Onlife Ethnography: Researching Technologically Mediated Worlds (notes for a presentation)

Notes for the talk Oxford Digital Ethnography Group Seminar Series. March, 2014.

Acknowledgements and presentation

It feels good to be back at the OII. Many thanks to Heather Ford, Shireen Walton and the rest of the Oxford Digital Ethnography group for the invitation. I want to specially thank Eric T. Meyer for all his support to my career and his confidence in my work. It is a huge responsibility to be here while my predecessors in these series are people that I deeply admire and have read for inspiration and knowledge.

Since I’m still an apprentice I feel free to still experiment so, this paper is not an academic paper as usual, it is more a series of aloud reflections that I want to share with you all this afternoon. The plan for today is as follows: a small introduction to my personal history with digital ethnography, an introduction to my work about digital photography practices, and I’ll be discussing how I did it and what methodological decisions I took, focusing specifically in the role of the ethnographer in mediated settings, the construction of the field, the relevance of ethical decision-making, and some ideas about tools to gather analyse and present data in technologically mediated settings. But, since Helen told me this was an informal seminar, somehow this is a presentation à la carte. Please stop me in any specific moment if you are curious or interested in know more about a particular point. The ultimate goal of this talk is to share some thoughts about how I’ve been doing ethnographic research in mediated settings for more than a decade now. Continue reading “Onlife Ethnography: Researching Technologically Mediated Worlds (notes for a presentation)”

De películas, simulaciones y mediaciones

Hace poco Facebook cumplió una década de existencia. Para “celebrarlo” muchas personas cayeron en la tentación que les puso la plataforma de elaborar la “película de su vida”. Hay infinidad de cosas que podrían comentarse al respecto (por ejemplo que es curioso cómo Facebook se atribuye el papel de “punto de paso obligado” para los recuerdos y la memoria. Y al hacerlo busca alinearse, mediante un simple código, con el álbum familiar y otros dispositivos sentimentales).

No han tardado en surgir parodias, “hacks políticos” o, mi favorita, la película que se burla de la misma película de Facebook al mostrar su falta de “realidad”. Una de las cosas que me parece sumamente interesante (y lógica por otro lado) es que esa “película de la vida” se basa casi en su totalidad en imágenes; las más exitosas, las primeras, las “importantes”. Hace unos días me encontré con el proyecto de un fotógrafo en Nueva York que fotografiaba a personas desconocidas entre sí en posturas que corresponderían a personas que comparten una gran intimidad. Si uno observa únicamente las imágenes, sin tomar en cuenta el proceso del que son el resultado, es evidente que lo que queda reflejado ahí nos hace pensar en la conexión que pueden tener las personas fotografiadas. Las imágenes mienten, claro está, pero lo que me interesa es cómo la configuración de esas mentiras no radica en la imagen en sí misma sino en nuestra lectura sobre ellas (por eso es tan curioso conocer cómo se hicieron).

Y seguí pensando. En mi Facebook no aparecen ni las personas más importantes ni los momentos claves de mi vida. Por ejemplo una y uno que acaban de cambiármela para siempre. No hay una sola imagen que me muestre siendo parte de ello. En mi caso al menos la vida se juega en otras arenas, mi vida no será televisada. Una explicación, que entiendo como lógica, es que cuando uno está viviendo de verdad no tiene tiempo –ni interés– en mostrarlo al mundo, pero otra explicación plausible, por la que me pregunto aquí, es que la forma en la que estructuramos nuestros perfiles parece cada vez más una simulación en términos de Baudrillard (y no tanto una performatividad en términos de Goffman). Lo que realmente me preocupa es el camino inverso y es algo que ya planteaba Bauman cuando proponía que las relaciones humanas se parecen cada vez más a los chats en donde para terminarlas basta con un click. Tan fácil como cerrar una ventana, tan sencillo como nunca más pulsar un “enviar”.

Y mientras que por un lado se discute el derecho al olvido en el mundo digital, por otro lado lo digital parece hacer cada vez más fácil desconectar, apagar; clausurar relaciones humanas,  tal como apuntaba Bauman. O peor aún, que las relaciones humanas son crecientemente una mera simulación, Y ni la película de Facebook es lo que la vida es en realidad ni la realidad parece ser ya otra cosa que una película de ficción. El papel de la imagen es fundamental en este proceso porque suele combinarse con otro dispositivo muy potente, la imaginación (y reitero, el nombre de este blog no es casual).

Y yo cada vez pienso, parafraseando a Manu Chao, que todo es mentira en este mundo, incluso la verdad.

Imagenaciones etnográficas

Una de las consecuencias, inintencionadas, de mi trabajo de campo con fotógrafos y fotógrafas, fue la reflexión sobre las posibilidades de la combinación de imágenes, textos y conexiones para la creación de mundos sociales[1]. La reflexión sobre los usos comunes, en el día a día, de esta combinación, me ha llevado a pensar cada vez más en sus posibilidades para la reflexión “científica” sobre esos mismos mundos sociales. Pero aún más, en problematizar lo “científico” como algo relacionado con la “autoridad” (o peor aún, con la objetividad). La reflexión no es ni nueva ni está resuelta (al menos para mí). La clave, de lo que empiezo a buscar está en la combinación de dos cosas:

  1.  Mi creciente interés en la libertad para escribir lo que Clifford llamaba “ficciones etnográficas”, especialmente la parte “artesanal” de ellas y especialmente la parte de imaginación que ello conlleva (no es casual el nombre de este blog)
  2. Las posibilidades visuales y digitales que se abren para imaginar, describiendo y reflexionando, distintos mundos sociales

Hace poco tuvimos un seminario con Sarah Pink. Ella comentaba que lo importante de pensar la práctica etnográfica es pensarla como una práctica, algo que hacemos y que es parte de la forma en la que producimos conocimiento; y, como dijo ella: “si no comprendemos cómo estamos produciendo conocimiento, no comprenderemos el estatus del conocimiento que estamos produciendo”. Si tomáramos esta advertencia y la desarrolláramos reflexivamente ¿podríamos aventurarnos en la creación de un conocimiento etnográfico ficcional e imaginativo pero empíricamente informado? Algo parecido a lo que plantea Willis cuando habla de “Imaginaciones aterrizadas”. Paul Willis, en su libro La imaginación etnográfica, texto sugerente pero no exento de críticas, propone que “los puntos analíticos, bien fundamentados e iluminadores, fluyen sólo al poner los conceptos en relación con lo caótico de la vida cotidiana, registrada de alguna forma”. La ambición, plantea Willis, de la labor etnográfica sería entonces contar “mi historia” sobre “su historia”. Continue reading “Imagenaciones etnográficas”

Sobre la importancia de las buenas preguntas y del hacer

Acabo de participar en un encuentro con el título El álbum familiar: otras narrativas en los márgenes en Huesca, España. La invitación vino de tres amigos (qué fácil es generar complicidades y cariño con personas inteligentes y abiertas) que llevan años reflexionando sobre la imagen: Pedro Vicente, Montse Morcate y Rebeca Pardo. Después de años de participar en conferencias, talleres, encuentros, y de sentir cada vez más que muchos de éstos son demasiado disciplinares y acartonados, con poco interés por su falta de alma, regreso muy contento por la energía e inspiración que encontré entre montañas y desiertos.

De manera natural, fluyendo “orgánicamente”, fotógrafas y sociólogas, artistas, realizadores audiovisuales, abogados, antropólogos, psicólogos y estudiosos de las bellas artes llegábamos a conclusiones similares. La terminología puede ser diferente pero lo cierto es que muchas de algunas reflexiones claves en común que se encontraban en las presentaciones de varias personas. Esto demuestra que el diálogo transdisciplinar no sólo es posible sino necesario. El gran tino del encuentro, responsabilidad exclusiva de Rebeca, Montse y Pedro, organizadores del evento, fue haber planteado un campo de interés en el que representantes de diversas disciplinas y con enfoques diversos pudieran reflexionar conjuntamente. La imagen y su relación con la familia, la intimidad, la vida y la muerte, la sociedad en su conjunto y la obra artística formaron parte de este encuentro que fue como poco, inspirador y refrescante. Ahora bien, la nota sobre la que quiero reflexionar es la relación entre preguntas e impacto. Continue reading “Sobre la importancia de las buenas preguntas y del hacer”

La fotografía nunca ha existido

La fotografía siempre ha sido una práctica de hacer mitosMartin Hand

Aclaración para fotógrafos y fotógrafas

El título del post es traicionero, lo sé. También es un título con un fuerte complejo de slogan de marketing, mea culpa. En realidad busca establecer un guiño semántico con el título de éste libro. Mi posición en todo caso no es la de un crítico fotográfico y estoy muy lejos de ser un experto en fotografía. Lo mío, lo mío, lo mío es tratar de establecer un análisis de la cultura digital a través del caso de la fotografía. Una vez dicho esto:

A manera de introducción a esta especie de reseña

No hay nada peor que leer un libro que hubieras querido escribir tú. El dolor se ve mitigado sin embargo cuando el libro en cuestión es increíblemente parecido al que publicaste tú en el mismo año. Incluso, y sonríes satisfecho, hay un par de capítulos que bien podrían ser intercambiables con los tuyos. Finalmente, adquieres una especie de satisfacción al convencerte de que no estás tan errado en tus argumentos y orgullosamente piensas: “el mío tiene además la ventaja de que puede ser leído en castellano por alguien que no tenga facilidad para leer en inglés”. Una vez pasado el trance, escribes algo parecido a una reseña de ese libro porque lo consideras valioso y que aporta cosas que el tuyo no.  El libro en cuestión se titula Ubiquitous Photography escrito por Martin Hand. La mayoría de las reflexiones que vienen a continuación surgen de su lectura y son una especie de reseña- diálogo con mis propios intereses.

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La rebelión de los fotógrafos y fotógrafas: Instagram, identidades y acción.

Antecedentes

La historia está más que difundida. Instagram, la principal “app” para la exhibición e intercambio de fotografía en los teléfonos móviles anunció el cambio de sus términos de uso y, con un lenguaje poco hábil, encendió una chispa que no hizo sino crecer entre los usuarios que entendieron que, a partir del 16 de enero, sus imágenes podrían ser vendidas a terceros (y curiosamente todo el mundo pensó inmediatamente en la publicidad). Historias de franca oposición por parte de los usuarios de una plataforma ha habido muchos, en Facebook cada vez que cambian la privacidad, por ejemplo. Pero también recuerdo cuando Flickr fue adquirida por Yahoo o cuando, también en Flickir, hicieron públicas las API (ver Vayreda y Estalella, 2007).

La fotografía digital: un campo en tensión. Continue reading “La rebelión de los fotógrafos y fotógrafas: Instagram, identidades y acción.”

Encuentros // Sobre la muerte y la fotografía

Hay encuentros que tardan un tiempo absurdo en darse. Después de cuatro años de investigación sobre prácticas de fotografía digital, después de defendida la tesis, y a unas horas (literalmente) de que se hubiera publicado el libro, recibí un correo de Pedro Vicente, un investigador sobre la imagen fotográfica que organizó la que quizá sea la mejor conferencia sobre fotografía, desde el punto de vista teórico, que se haya hecho en el estado español. Aunque tengo el libro, resultado de ese congreso,  y que había leído su interesante trabajo, nunca había tenido la oportunidad de conocerlo o charlar con él. Curiosamente fue él quien me encontró a mi a través del programa de un congreso en Londres y de un blog que hablaba de mi trabajo. Nunca es tarde dicen por ahí y me congratulo de nuestro encuentro, en un par de horas de charla ya surgieron varios proyectos para el futuro. Entre muchas de las cosas que hablamos, me contó de una iniciativa sobre la que quiero escribir una nota:

Sobre la muerte y la fotografía

La fotografía postmortem era por demás común a finales del siglo XIX y provenía, como muchas de las prácticas primeras de la fotografía, de la pintura. Quizá el mejor estudio académico que se haya hecho sobre este tipo de fotografías sea el trabajo de Jay Ruby: Secure the Shadow. Death and photography in America. (para un interesante archivo de ese tipo de imágenes ver thanatos.net)

Dentro de una reflexión ontológica sobre la fotografía, en relación a la muerte, lo real y la memoria, Sontag apuntaba que todas las fotografías eran memento mori porque gracias a ellas se participaba de la “mortalidad, vulnerabilidad y mutabilidad” de las personas o cosas fotografiadas. Barthes lo apunta con incluso mayor dramatismo al decir que la fotografía “produce muerte tratando de preservar la vida”.

Sin embargo, en un plano más estético/funcional, la práctica de fotografiar personas muertas había servido tradicionalmente como una forma de tener una imagen para recordar a quien había fallecido que, en el siglo XX, parecía haber desaparecido (o al menos se había relegado a un plano privado y no publicitado).

Lo interesante de la fotografía postmortem, al menos en el caso de los niños, era esa búsqueda por parte del fotógrafo de representar la muerte como un sueño profundo (independientemente de proyectos como el de Andrés Serrano que representaban la muerte de niños precisamente en su trágica crudeza, dejo el enlace pero ojo al abrir, no son imágenes agradables). La muerte como sueño, la imagen como recuerdo.

Esta pequeña introducción es para enmarcar la emergencia de nuevos tipos de proyectos como Memento de Sarah Schorr que intenta, a través de la imagen fotográfica, ayudar en el proceso de duelo por una muerte cercana. Y el otro, comentado por Pedro Vicente es el llamado: Now I lay me down to sleep en el que un grupo de fotógrafos realiza imágenes de padres con sus bebés recién fallecidos o a punto de morir. Son retratos profundos y sensibles que, a diferencia de los del siglo XIX, buscan representar pequeños instantes de vida, no de muerte, no de sueño. El fundamento del proyecto es la ayuda que prestan a las familias a no olvidar, a mantener el recuerdo y así ayudar en el proceso de duelo. Como lo mencionan en una nota televisiva sobre el proyecto: “Las imágenes prueban que estuvo aquí…un testimonio de su vida y de lo que su vida significó para nosotros”.

Viejas prácticas en nuevos formatos y, sobre todo, con nuevos usos ya que, aunque la memoria sigue siendo fundamental, una vida, por muy corta que sea, no parece serlo si no se fotografía.

Fotografía: Estado del Arte (notas de una conferencia)

Acabo de regresar de una de las conferencias más interesante en las que haya participado. En realidad era la combinación de dos cosas: Photomedia 2012 y un taller organizado por la Red Nórdica de Visualidad Digital titulado Las cámaras digitales como nexo en la vida cotidiana.

Aunque habría mucho que comentar (existe el proyecto de publicar una selección de papers) quisiera resaltar algunos aspectos transversales que me parecieron especialmente relevantes y que surgieron a lo largo del evento:

1. Parece estar tomando forma un campo de estudios, transdisciplinario, con el estudio de la fotografía (casi podría decir digital) como objeto de estudio en Ciencias Sociales. El campo tiene su referencia en tres journals que están consolidando su presencia cada vez más: PhotographiesPhotography and Culture y  Philosophy of Culture.

2. A pesar de que los estudios sociales sobre la estética o la indexicalidad siguen estando en el centro de la discusión sobre la fotografía, aproximaciones desde otras perspectivas comienzan a ganar terreno. En ese sentido mi propio trabajo representa una de estas corrientes que buscan estudiar a la fotografía no ya como representación sino como práctica,

3. Es curioso cómo hay un importante número de trabajos sobre los autorretratos. Aunque en su mayoría parten de una reflexión goffmaniana de “presentación del ser”, en relación especialmente con las redes sociales (curiosamente no siempre en facebook, aunque se piense lo contrario existen muchas plataformas de redes sociales que son locales y que tienen mucho éxito, especialmente entre adolescentes). Estos estudios sobre fotografía retoman la estela de los estudios de internet sobre identidad.

4. (Especialmente relacionado con lo anterior) Hay una necesidad imperiosa de discutir cuestiones éticas en el uso de las imágenes para la investigación social, en la vía de lo que trabajamos, con Elisenda Ardèvol, en este texto. La idea básica es que no porque tengamos acceso a las imágenes en internet estas son “públicas” o “anónimas” y esto hay que problematizarlo y discutirlo.

5. Finalmente, el elemento que pareció permear a todas las ponencias (al menos las que vi), es la idea de cambio, de cómo la fotografía está cambiando; en el fotoperiodismo, en su uso personal, en el arte, en la moda, en la ciencia. En última instancia, lo que parece estar discutiéndose es nuestra relación con una cierta epistemología, incluso diría que una ontología. La pregunta que flota de fondo es si podemos seguir teniendo la misma relación (moderna) con algo que aparece ahí, independientemente de nosotros. Eso que hemos llamado realidad.

Afortunadamente estamos en sintonía y diálogo con nuestros colegas del norte y fue un placer hablar largo y profundo con muchos de los académicos cuyo trabajo utilicé para mi tesis; Martin Lister (una de las referencias más importantes y un tipo estupendo), David Froholich (cuyo concepto de “etnografía de lo futurible” me encantó), Matteo Stocchetti (con quien hubo una química instantánea, quizá por haber sido los dos únicos latinos en la conferencia). Mikko Villi (que además de haber escrito una tesis estupenda habla un castellano genial) y, por supuesto, el organizador, Asko Llehmuskallio, un chaval súper inteligente, eficiente y con un trabajo muy interesante.

Habrá que continuar entonces por esta vía. Próxima estación conferencil: Londres.

Sobre Balzac y la vida en las fotografías

En un texto elaborado por Felix Nadar, éste reflexionaba sobre la “teoría de los espectros” de Balzac, cito textualmente (mi traducción):

De acuerdo con la teoría de Balzac, todos los cuerpos físicos están hechos completamente de capas de imágenes fantasmagóricas, un número infinito de pieles como hojas que se encuentran una sobre la otra. Dado que Balzac creía que el hombre (sic) era incapaz de hacer algo material de una aparición, de algo impalpable, es decir, crear algo de la nada, él concluía que cada vez que le hacen una fotografía a alguien, uno de las capas era removida del cuerpo y transferida a la fotografía. Exposiciones repetidas traían como consecuencia la inevitable pérdida de las subsecuentes capas fantasmales, esto es, la misma esencia de la vida.

Me llamó la atención y lo lanzo en forma de reflexión metafísica porque en tiempos de facebook e instagram, pareciera que lo que sucede es precisamente  lo contrario. La vida “digital” parece requerir un transvase continuo de estas “imágenes fantasmales”, de la vida cotidiana, a las plataformas donde se ponen en juego las subjetividades. He visto perfiles de Facebook con más de mil imágenes en la que aparece el dueño o dueña del perfil. De hecho, estos perfiles en los que se ve un mayor movimiento, son los que parecen más “vivos”. Quizá Balzac tuviera razón a medias y no es que con las imágenes se pierda la esencia de la vida sino que actualmente, a través de ellas, es como se puede transferir la vida a Internet.

La ceguera del sujeto fotografiado

Hoy, leyendo un meta-análisis sobre la teoría fotográfica escrita en el primer lustro de esta década, la autora del texto, refiriéndose al libro The Ongoing Moment de Geoff Dyer, propone que muchos fotógrafos han fotografiado a personas ciegas en un intento por “invisibilizar” (nunca mejor dicho) la mirada del sujeto ante la cámara (recuerdo la famosa foto de Strand y la de Arbus de Borges). La autora mencionaba que, aunque en el caso de las personas ciegas es muy claro, muchos fotógrafos han desarrollado proyectos que buscaban precísamente invalidar la mirada del sujeto fotografiado. Mencionando por ejemplo aquel famoso trabajo de Walker Evans en el metro de Nueva York en el que Evans llevaba la cámara en una chaqueta y disparaba remotamente. Evans, sobre estas fotos,  decía que le gustaban porque: “la guardia está baja y la máscara está fuera, más incluso que cuando las personas están solas en la habitación (donde hay un espejo). En el metro, las caras de las personas están en un desnudo reposo”

Por otro lado, hace poco leí una entrevista, en The Guardian, a Nan Goldin quien decía:

I don’t carry my camera so much these days: I don’t have the same relationship with it. I’ve never considered photography one of the higher art forms. Everyone takes photos; now even phones can. The whole issue of digital is so depressing to me; my process is gone. There were all kinds of unknown things that could come out in a photograph, things you didn’t know were there until you saw it; now it’s all so flat. But then I never really saw myself as a photographer.

Pensaba en estas dos cuestiones conectándolas. Ya he hablado en alguna ocasión sobre la fotografía “cándida” o “robada” (eufemismos que suelen usar los fotógrafos para este tipo de imágenes). Con el arribo de los teléfonos móviles, este tipo de proyectos es cada vez más común (¿y corriente?), yo mismo disfruto haciendo estas fotografías (ejemplo 1, ejemplo 2, ejemplo 3). La pregunta es si el fundamento para la elaboración de este tipo de imágenes ha cambiado al extenderse y “democratizarse”. De hecho Smith habla de cómo la fotografía digital ha desactivado precísamente el poder de las imágenes de Evans como registro de la “memoria de un tiempo psicológico”. Habrá que pensar en ello.