Hace más años de los que quisiera contar, Guillermo Orozco, ya entonces uno de los académicos más renombrados en México dijo, en el marco de un encuentro de CONEICC en Toluca (¿o era Querétaro? Ya dije que son demasiados años), que ningún académico escribía nada que valiera la pena antes de los 40 años. Sea cierto o no este “dictum” lo cierto es que éste es el primer libro que publico pasada esa marca. Afortunadamente de éste puedo decir que sí, que vale la pena. Bien es cierto que es un libro editado (no seré yo quien defienda la importancia de los libros editados pero aquí tienen algunos argumentos interesantes al respecto). En mi opinión no creo que haya escritura académica que valga más la pena que aquella que es colectiva, y lo que más me llena de orgullo de este libro es que confluyen dos generaciones de académicos interesados en la fotografía digital, unos que inician su carrera con mucho impulso, otros cuyo trabajo nos ha servido de inspiración y a quienes admiramos profundamente. El libro, que edito junto con un colega finlandés, Asko Lehmuskallio, y que representa un esfuerzo colectivo de más de dos años, comenzó a gestarse cuando Asko y yo nos conocimos en Finlandia, en el primer congreso Photomedia. Visto en retrospectiva no hay nada aleatorio en ello. El libro, que todavía no sabía que lo sería, siguió su historia en el maravilloso jardín frente a la biblioteca de Berkeley en un día soleado que supo a gloria aterrizando del invierno infernal inglés. Nuestra colaboración se extendió en encuentros en Leeds, Helsinki dos veces más e innumerables correos y sesiones de skype. Es un placer haber trabajado con todos ellos. Y ya me dirán si vale la pena o no.
Category: Reflexiones personales
In praise of HT
Bourdieu, in his Homo Academicus, presents a comprehensive panorama of how the elites are reinforced by the hierarchical system, where “academic capital is obtained and maintained by holding a position enabling domination of other positions and their holders” (1988, p. 84). In this sense, the academic career could sometimes be perceived as an “obstacle race and a competitive examination” (Bourdieu, 1988, p. 87). There are plenty of scary and frankly disappointing stories about how power is held (and performed) in academia. Nobody seems to be free from those stories and I even have one (or two) friend that had left the academic career for some of those reasons; they were tired of banging against the wall of authoritarianism or following the path of deception. They simply gave up because they lacked support, mentorship, trust or resources.
There are, nevertheless, other kind of stories that are always important to be told. Mostly to remind us why we are here, why we keep doing this against all odds and why we are still in love and engaging with the academic world. This is not a very British thing to do but my Mexican self allows me to do things “unquiet and non-soberly”. This is my small and humble homage to one of the most amazing friends and colleagues I’ve ever had as a Homo Academicus. Continue reading “In praise of HT”
Onlife Ethnography: Researching Technologically Mediated Worlds (notes for a presentation)
Notes for the talk Oxford Digital Ethnography Group Seminar Series. March, 2014.
Acknowledgements and presentation
It feels good to be back at the OII. Many thanks to Heather Ford, Shireen Walton and the rest of the Oxford Digital Ethnography group for the invitation. I want to specially thank Eric T. Meyer for all his support to my career and his confidence in my work. It is a huge responsibility to be here while my predecessors in these series are people that I deeply admire and have read for inspiration and knowledge.
Since I’m still an apprentice I feel free to still experiment so, this paper is not an academic paper as usual, it is more a series of aloud reflections that I want to share with you all this afternoon. The plan for today is as follows: a small introduction to my personal history with digital ethnography, an introduction to my work about digital photography practices, and I’ll be discussing how I did it and what methodological decisions I took, focusing specifically in the role of the ethnographer in mediated settings, the construction of the field, the relevance of ethical decision-making, and some ideas about tools to gather analyse and present data in technologically mediated settings. But, since Helen told me this was an informal seminar, somehow this is a presentation à la carte. Please stop me in any specific moment if you are curious or interested in know more about a particular point. The ultimate goal of this talk is to share some thoughts about how I’ve been doing ethnographic research in mediated settings for more than a decade now. Continue reading “Onlife Ethnography: Researching Technologically Mediated Worlds (notes for a presentation)”
De películas, simulaciones y mediaciones
Hace poco Facebook cumplió una década de existencia. Para “celebrarlo” muchas personas cayeron en la tentación que les puso la plataforma de elaborar la “película de su vida”. Hay infinidad de cosas que podrían comentarse al respecto (por ejemplo que es curioso cómo Facebook se atribuye el papel de “punto de paso obligado” para los recuerdos y la memoria. Y al hacerlo busca alinearse, mediante un simple código, con el álbum familiar y otros dispositivos sentimentales).
No han tardado en surgir parodias, “hacks políticos” o, mi favorita, la película que se burla de la misma película de Facebook al mostrar su falta de “realidad”. Una de las cosas que me parece sumamente interesante (y lógica por otro lado) es que esa “película de la vida” se basa casi en su totalidad en imágenes; las más exitosas, las primeras, las “importantes”. Hace unos días me encontré con el proyecto de un fotógrafo en Nueva York que fotografiaba a personas desconocidas entre sí en posturas que corresponderían a personas que comparten una gran intimidad. Si uno observa únicamente las imágenes, sin tomar en cuenta el proceso del que son el resultado, es evidente que lo que queda reflejado ahí nos hace pensar en la conexión que pueden tener las personas fotografiadas. Las imágenes mienten, claro está, pero lo que me interesa es cómo la configuración de esas mentiras no radica en la imagen en sí misma sino en nuestra lectura sobre ellas (por eso es tan curioso conocer cómo se hicieron).
Y seguí pensando. En mi Facebook no aparecen ni las personas más importantes ni los momentos claves de mi vida. Por ejemplo una y uno que acaban de cambiármela para siempre. No hay una sola imagen que me muestre siendo parte de ello. En mi caso al menos la vida se juega en otras arenas, mi vida no será televisada. Una explicación, que entiendo como lógica, es que cuando uno está viviendo de verdad no tiene tiempo –ni interés– en mostrarlo al mundo, pero otra explicación plausible, por la que me pregunto aquí, es que la forma en la que estructuramos nuestros perfiles parece cada vez más una simulación en términos de Baudrillard (y no tanto una performatividad en términos de Goffman). Lo que realmente me preocupa es el camino inverso y es algo que ya planteaba Bauman cuando proponía que las relaciones humanas se parecen cada vez más a los chats en donde para terminarlas basta con un click. Tan fácil como cerrar una ventana, tan sencillo como nunca más pulsar un “enviar”.
Y mientras que por un lado se discute el derecho al olvido en el mundo digital, por otro lado lo digital parece hacer cada vez más fácil desconectar, apagar; clausurar relaciones humanas, tal como apuntaba Bauman. O peor aún, que las relaciones humanas son crecientemente una mera simulación, Y ni la película de Facebook es lo que la vida es en realidad ni la realidad parece ser ya otra cosa que una película de ficción. El papel de la imagen es fundamental en este proceso porque suele combinarse con otro dispositivo muy potente, la imaginación (y reitero, el nombre de este blog no es casual).
Y yo cada vez pienso, parafraseando a Manu Chao, que todo es mentira en este mundo, incluso la verdad.
Imagenaciones etnográficas
Una de las consecuencias, inintencionadas, de mi trabajo de campo con fotógrafos y fotógrafas, fue la reflexión sobre las posibilidades de la combinación de imágenes, textos y conexiones para la creación de mundos sociales[1]. La reflexión sobre los usos comunes, en el día a día, de esta combinación, me ha llevado a pensar cada vez más en sus posibilidades para la reflexión “científica” sobre esos mismos mundos sociales. Pero aún más, en problematizar lo “científico” como algo relacionado con la “autoridad” (o peor aún, con la objetividad). La reflexión no es ni nueva ni está resuelta (al menos para mí). La clave, de lo que empiezo a buscar está en la combinación de dos cosas:
- Mi creciente interés en la libertad para escribir lo que Clifford llamaba “ficciones etnográficas”, especialmente la parte “artesanal” de ellas y especialmente la parte de imaginación que ello conlleva (no es casual el nombre de este blog)
- Las posibilidades visuales y digitales que se abren para imaginar, describiendo y reflexionando, distintos mundos sociales
Hace poco tuvimos un seminario con Sarah Pink. Ella comentaba que lo importante de pensar la práctica etnográfica es pensarla como una práctica, algo que hacemos y que es parte de la forma en la que producimos conocimiento; y, como dijo ella: “si no comprendemos cómo estamos produciendo conocimiento, no comprenderemos el estatus del conocimiento que estamos produciendo”. Si tomáramos esta advertencia y la desarrolláramos reflexivamente ¿podríamos aventurarnos en la creación de un conocimiento etnográfico ficcional e imaginativo pero empíricamente informado? Algo parecido a lo que plantea Willis cuando habla de “Imaginaciones aterrizadas”. Paul Willis, en su libro La imaginación etnográfica, texto sugerente pero no exento de críticas, propone que “los puntos analíticos, bien fundamentados e iluminadores, fluyen sólo al poner los conceptos en relación con lo caótico de la vida cotidiana, registrada de alguna forma”. La ambición, plantea Willis, de la labor etnográfica sería entonces contar “mi historia” sobre “su historia”. Continue reading “Imagenaciones etnográficas”
Sobre la importancia de las buenas preguntas y del hacer
Acabo de participar en un encuentro con el título El álbum familiar: otras narrativas en los márgenes en Huesca, España. La invitación vino de tres amigos (qué fácil es generar complicidades y cariño con personas inteligentes y abiertas) que llevan años reflexionando sobre la imagen: Pedro Vicente, Montse Morcate y Rebeca Pardo. Después de años de participar en conferencias, talleres, encuentros, y de sentir cada vez más que muchos de éstos son demasiado disciplinares y acartonados, con poco interés por su falta de alma, regreso muy contento por la energía e inspiración que encontré entre montañas y desiertos.
De manera natural, fluyendo “orgánicamente”, fotógrafas y sociólogas, artistas, realizadores audiovisuales, abogados, antropólogos, psicólogos y estudiosos de las bellas artes llegábamos a conclusiones similares. La terminología puede ser diferente pero lo cierto es que muchas de algunas reflexiones claves en común que se encontraban en las presentaciones de varias personas. Esto demuestra que el diálogo transdisciplinar no sólo es posible sino necesario. El gran tino del encuentro, responsabilidad exclusiva de Rebeca, Montse y Pedro, organizadores del evento, fue haber planteado un campo de interés en el que representantes de diversas disciplinas y con enfoques diversos pudieran reflexionar conjuntamente. La imagen y su relación con la familia, la intimidad, la vida y la muerte, la sociedad en su conjunto y la obra artística formaron parte de este encuentro que fue como poco, inspirador y refrescante. Ahora bien, la nota sobre la que quiero reflexionar es la relación entre preguntas e impacto. Continue reading “Sobre la importancia de las buenas preguntas y del hacer”
Reflexión personal sobre los objetos de investigación
Soy un académico hijo de académicos. Toda mi vida he comido gracias a la universidad; primero como hijo de universitarios, como estudiante becado, como asistente de investigación, como profesor y como investigador. Mi relación con la universidad no es sólo orgánica sino casi metafísica; me siento cómodo en ella. De hecho, desde hace casi 20 años que paso la mayoría de mis días en la universidad y es ahora que comienzo a salir de ella, en un sentido metafórico.
Cuando comencé a interesarme por internet como objeto de estudio, allá por 1993, presentía que esa “nueva tecnología” cambiaría la forma en la que nos comunicábamos (y para un estudiante de comunicación eso era fundamental). Han pasado muchos años y, después de estudiar la forma en la que las personas se comunicaban online o cómo construían identidades y relaciones a través del texto, llegué a mi interés por lo visual. Internet había cambiado pero yo seguía interesado por las mediaciones tecnológicas, esta vez visuales y digitales. Esa ha sido, extremadamente reducida, mi trayectoria académica. Continue reading “Reflexión personal sobre los objetos de investigación”
Sobre una amiga, una fotógrafa.
Para Ana, por ser una fotógrafa en toda la extensión de la palabra
Hoy vi una luz que nunca había visto. No es una metáfora, acostumbrado como estoy a que en éste, mi nuevo país, la luz sea un bien escaso, me llamó la atención la luminosidad del día y la temperatura de la luz. Era blanca, casi como si el sol se hubiera transformado en un neón gigante. El rojo de los ladrillos, de los edificios que se pueden ver desde mi departamento, era aplastado por esa luz, como si estuvieran dibujados sobre un fondo blanquecino. El cielo perdió su azul acostumbrado y se tornó blanco. No hacía falta mirar el termómetro, mientras ondeaba la bandera británica que puedo ver desde mi ventana, el frío se pegaba a las ventanas de manera amenazante y esa luz me pedía mirarla. No había tenido un buen despertar y había decidido quedarme trabajando en casa, era uno de esos días en que “mandaría todo a hacer puñetas”, como diría Aute.
Y recibí un correo, y lo abrí.
No hay nada baladí en la vida, acostumbrados como estamos a tenerla a nuestra disposición y convertirla en una sarta de triunfos y quejas, de consumos y hedonismos, de esperanzas en lo imposible y de cegueras ante lo evidente, solemos perder el rumbo. Y de repente va la vida y nos toca en el hombro, y nos dice: “hey, chst, ojo, que aquí estoy y más te vale que te des cuenta pronto de lo que realmente es importante”. Continue reading “Sobre una amiga, una fotógrafa.”
Interludio
La primera ciudad que pisé en este lado del mar fue Madrid, y no sé por qué pero de ese primer día recuerdo la primera cucharada a un gazpacho que, aunque racionalmente que su temperatura era fría, me disgustó precisamente por su temperatura. Hay cosas frías que no tendrían que parecer calientes. En esos primeros meses que “viví” en España, entendí poco y me sorprendió mucho. Años más tarde volví y me quedé a vivir siete años y medio, llegué a adorar el gazpacho, precisamente por su frialdad. En ocasiones son los pequeños detalles los que recordamos y los que echamos de menos de los lugares que nos han marcado. Hoy simplemente recordé ese primer gazpacho, y al sol que lo parió.
Me despido de estos dos países, España y Catalunya, después de una pequeña vida aquí. Los números están por ahí y los agradecimientos por este tiempo tan largo, maravilloso, confuso, interesante y duro también se han plasmado aquí y allá. Ya me despedí en su momento de los dos años que pasé en Madrid y no sé cómo empezar a despedirme de esta ciudad que he odiado y aprendido a hacer mía en todo este tiempo.
Barcelona
Son muchas cosas que echaré de menos, el aliño de las ensaladas, el pan duro de los menús, los menús, el falafel y el cortado, el catalán en las canciones, el Raval y Sants, Gracia y el Born. Las Ramblas espantosamente llenas y la Barceloneta maravillosa vacía (en invierno). El Floridablanca y su pareja perfecta el Laurel, la estrella, la voll Damm y la Moritz, los vinos del Montsant, los amigos y amigas, los que quedan y los que se fueron. El “adeu” el “maco” y el “propera estació paral.lel”. Al Barça por supuesto, al cielo azul y el cine de Montjuic. A la única hamburguesa del Kiosco que podía comer, los dos o tres buenos restaurantes vegetarianos, las muchas patatas bravas. Echaré de menos el verano aunque tanto lo haya sufrido, al IN3 (aunque usted no lo crea), a los sortidozz y el Bicing, al Sifón, al Quimet y Quimet. A la calle Blai, la Paradeta y todos los bares cutres en los que me he tomado un café o una birra. Pero sobre todo echaré de menos las partes de mi que se quedaron aquí, las pocas cosas que me llevo conmigo. Si siempre hay un tren que desemboque en Madrid, este petit pais estará siempre en el meu cor. Continue reading “Interludio”
Nota sobre la visualidad, la fotografía y los asesinatos
En la película Antes de la lluvia, un film que me causó un especial impacto en su momento, el personaje que interpreta Rade Serbedzija, un fotógrafo Macedonio afincado en Londres que regresa a su tierra a cubrir el conflicto para la prensa, aburrido de que no pasara nada digno de fotografiar, le expresa su consternación al líder del grupo armado con el que está pasando tiempo. Acto seguido, el líder manda traer a un prisionero y lo ejecuta delante del fotógrafo para que tenga algo que fotografiar.
Ya he adelantado algunas preguntas, más que reflexiones, a propósito de un incidente en el metro de la Ciudad de México.
El otro día hubo un tiroteo en Nueva York y una colega me apuntó al hecho de que habían aparecido en Instagram algunas imágenes sobre el hecho. Más allá de la reflexión que se pueda hacer en torno al llamado periodismo ciudadano y cómo los ciudadanos que se encuentren cerca de hechos noticiosos podrían, con la ubicuidad de los teléfonos con cámaras (y ahora conexión a Internet), convertirse en reporteros, mi interés se centra en la relación entre lo visible y lo fotografiable.
Estamos generando una nueva relación con lo visual en donde todo es fotografiable, aun más, pareciera que todo debe ser fotografiado y ahí radica un cambio que habría que seguir. Habría que elaborar una genealogía de la visualidad documentada y generar una discusión ética sobre ello, especialmente porque Internet está, cada vez más, posibilitando -y me atrevería a decir, canalizando y generando- que esa visualidad documentada se convierta, a través de los algoritmos de búsqueda, en una base de datos “total” (en el sentido Goffmaniano de “institución total”). Y me preocupa porque, a diferencia de un reportero gráfico que está cumpliendo con su deber de informar, a pesar de la dificultad que tienen de ser testigos de situaciones humanamente terribles (no se pierdan esta interesante nota de The Guardian al respecto), la idea de que todo debe ser fotografiable, mezclada con el hecho de que las plataformas de redes sociales basan su dinámica en el éxito y reconocimiento “social”, pueden hacer que las cuestiones éticas pasen a segundo plano. Esta cuestión no tiene que ver con una moralina o una censura de las imágenes per se sino con algo más profundo sobre lo que deberíamos reflexionar como sociedad, porque quizá algún día, alguien se aburra de no tener nada que fotografiar y subir a su instagram.