Imagen, vigilancia, control y exhibicionismo: Del panóptico a las redes sociales.

(extracto de una ponencia que presentaré en septiembre en el Congreso Español de Antropología).

Dentro de las múltiples problemáticas que presenta una investigación de este tipo  ( sobre las prácticas de fotografía digital) me gustaría centrarme en este artículo en la discusión sobre la relación entre la imagen, su uso como forma de vigilancia, y por ende de control, y sus posibles implicaciones en la investigación etnográfica. En últimas fechas dicha relación está retornando con fuerza a la agenda de investigación debido a la emergencia de las tecnologías digitales de la imagen: webcams, teléfonos móviles con cámara, cámaras de fotografía y video digitales, así como las plataformas llamadas redes sociales (Flickr, Facebook, Youtube, etc.). Así como la compleja relación que se establece al ponerse en marcha estas redes sociotécnicas. El debate retoma las ideas sobre una sociedad de vigilancia (Foucault, 2004) o una sociedad del control (Deleuze, 1972). Por un lado se propone que la ubicuidad de la imagen, especialmente desde la masificación y “domesticación” de la imagen digital en el ámbito familiar y personal, sumado a la potencial difusión que tienen las imágenes en las redes sociales, ha llevado a que las pesadillas del Big Brother y el Panóptico, se mezclen con la “sociedad del espectáculo” (Debord, 1983). De esta forma, el control (o disciplinamiento) ha pasado; de interiorizar la vigilancia y “modular” el comportamiento con relación a la misma, a hacer de la exposición y exhibición pública una nueva forma de control de la subjetividad. Un segundo debate que resulta pertinente y en conexión con el anterior es la crisis que parece haber entre lo que tradicionalmente se ha considerado público y/o privado. Esta dicotomía se ve retada igualmente en algunos de los fenómenos más recientes que involucran prácticas con las tecnologías mencionadas. Diversos autores analizan este escenario desde perspectivas muy diversas. Sin ánimo de establecer un meta-análisis ya que no es el interés de este texto, se establece un panorama general, a manera de prolegómeno, sobre dicha discusión. Continue reading “Imagen, vigilancia, control y exhibicionismo: Del panóptico a las redes sociales.”

Un niño en la playa: sobre las fotografías, su temporalidad y función.

Cuando era niño, una de las actividades preferidas de la familia, especialmente los fines de semana, era proyectar diapositivas con fotos de la familia en sus viajes, sus cumpleaños o sus ocasiones especiales. Un poco más tarde, en mi adolescencia,  mi madre me torturaba en mis fiestas de cumpleaños apagando las luces y llegando con el proyector para que mis amigos “disfrutaran” viendo a su colega vestido con un casco, de karateca o apagando las velas en el mismo día unos años antes (la práctica termino cuando, en una fiesta de cumpleaños, uno de mis amigos, al ver una foto de toda mi familia, comenzó a tararear el tema de los locos Adams mientras los demás colegas chasqueaban los dedos). Cuento la anécdota porque hace poco mi madre se dio a la tarea de escanear aquellas diapositivas que son el pequeño repositorio de las memorias de mi niñez (y la de mis hermanos y la de toda la familia y amigos) y me di cuenta de una cosa. Todas y cada una de esas imágenes las conozco, no sólo porque las he visto cientos de veces sino porque en esas tardes de domingo, cuando se proyectaban sobre la pared, se contaban infinitas historias, se rememoraban anécdotas y situaciones referentes a la imagen, se analizaban los elementos “ese traje de baño lo compramos en tal sitio” o “en esas vacaciones fue cuando se ponchó la llanta” (pinchó la rueda para los españoles). De esa manera, la imagen se convertía en un referente “material” del imaginario (¿un imagenario?) social y el grupo se cohesionaba alrededor de él (cuestión más que dicha por Bourdieu, Chalfen, Van Dijk, etc.). Lo que me llama la atención es que, con la tecnología digital, la explosión de imágenes, la cantidad de ellas, su uso cada día más cotidiano, la fotografía parece estar cada vez más, libre de esos referentes más amplios. Que podría tener como consecuencia que tenga menor capacidad de ser “emuladora material de vivencias” y que pase a fungir más como un “espejo” en el que nos observamos una vez para mirarnos un momento y cuya imagen será olvidada en cuanto llegue la posterior. La relación entre temporalidad, subjetividad, mirada y dispositivos es algo que debo explorar más. Y bueno, para el beneplácito del personal al que le gusta ver cosas graciosas, heme aquí disfrutando de la playa en aquél Guayabitos de mi niñez (por aquello del verano). Cualquier comentario en torno al porte del autor de esta enchilada, si es positivo, puede anotarse en los comentarios, si es negativo, mejor abstenerse. Por cierto, esto me detona otra reflexión en torno a la privacidad-intimidad, ¿Qué pasaría si por ejemplo un ped er asta (lo escribo así para que Dios Google no lo pille) pasa por aquí y ve la foto? Interesante asunto.

Cuando la red social se convierte en un banco de datos

Hoy aparecía en el blog de Flickr una noticia que seguramente dará mucho de qué hablar. Resulta que han llegado a una especie de acuerdo con Getty Images, posiblemente la agencia fotográfica más importante de la era digital (que ahora además, está comenzando a vender música y video y que por cierto acaba de ser comprada por Hellman & Friedman). El acuerdo parece consistir en que Flickr se convertirá (todavía no está muy claro cómo) en una especie de “stock” gigante para Getty. Varias cosas hay interesantes, primero, que lo que está haciendo Flickr es dándole facilidades a Getty para que “localicen” imágenes que les puedan servir y además creará una plataforma para que la agencia se ponga en contacto directamente con los fotógrafos. Ahora bien, las preguntas “sociológicas”:
– ¿Qué pensarán las personas que consideran que Flickr es una red social para exponer y compartir su trabajo cuando se enteren que son posibles “vendedores” de sus imágenes? ¿Se enterarán en algún momento? Es evidente que muchos fotógrafos que de otra forma no podrían llegar a las agencias, tendrán una oportunidad de vender su trabajo (¿a precio justo?). Sin embargo, originalmente flickr no era una plataforma para vender nada (como sí lo eran otras).
– Este paso podría leérse desde una economía política en donde el “crowdsourcing” es construido como tal, insisto, SIN la pretensión de ello por parte de los usuarios quienes son finalmente, los que alimentan ese monumental stock.
Las nuevas redes del capitalismo líquido, se tejen con los hilos de la “web 2.0”.

Autoretratos y desnudos: Sobre las políticas de representación y la formación de la mirada

Sigo trabajando sobre la lo público y lo privado en la exposición pública de las fotografías, especialmente los autorretratos. Leía un textito de Angela Kelly titulado: “Self Image. Personal is Political” de 1979 (me estoy yendo todavía más lejos), publicado en Camera Work en donde plantea que debe cambiarse la mirada de que la experiencia artística es única y pertenece sólo al artista, en cambio apunta: “debemos reconocer al arte como el lenguaje de unas formas dentro de parámetros culturales definidos”. En ese sentido, ella aventura algunas reflexiones, desde el pensamiento feminista: “Utilizar imaginería sexista o estereotipada puede malinterpretarse como perpetuando la ideología sexista. Es muy difícil el articular nuestra opresión como mujeres a través de un medio que se malutiliza diariamente para explotarnos. El revertir los roles de hombres y mujeres a través de las fotografías nos ayuda a demostrar que las mujeres necesitan no ser definidas por los estereotipos mediáticos- hacer posar a un hombre provocativamente muestra rápidamente lo ridículos que resultan esos gestos”. Y luego desenfunda: “Las mujeres se están utilizando a si mismas en la fotografía para cuestiones muy diferentes que los hombres. Están reclamando lo que es suyo, el derecho a auto-definir su sexualidad”. Su postura es interesante ya que aporta una postura activa frente a las “políticas de representación”, y una de sus series llamada “Identidades”, la muestra, algunas veces desnuda, otras vestida, en posturas activas y evidentemente nada estereotipadas sino más insertas en la “vida cotidiana” (recién levantada, junto a una planta, etc.). Pero una cosa que me pareció interesante del texto es cómo describe el acto de tomar fotografías, evidentemente su tiempo era el analógico así que ella apunta que, al autofotografiarse, el momento preciso del disparo, no se ve, sólo se “siente” y es hasta el momento del revelado y la hoja de contactos que puede “verse” y menciona que algunas veces las imágenes pueden ser sorprendentes. Este proceso evidentemente en la tecnología digital se recorta por la capacidad de ver la foto inmediatamente después que se toma. Ahora bien, la pregunta clave es: Esta política de representación, ¿está sólo en la postura personal o la mirada tiene que ver? ¿Una mujer desnuda en posición no estereotipada, será percibida diferente por los hombres formados en una “mirada objetivadora”? Habría que preguntárselo, por un lado a las mujeres que cuelgan sus fotos en Internet y por otra a los hombres (y mujeres) que las miran.

La construcción social de una estética “artística” en fotografía

Hace unos días comencé a tener una discusión con una colega fotógrafa, formada en una lectura humanista de la fotografía y la conversación quedó a medias. Justamente un par de días después, leía un texto por demás interesante: Camera Clubs and Fine Art Photography. The Social Construction o fan Elite Code de Donna Schwartz publicado en 1986 (curioso cómo, una referencia tan “vieja” pueda ser útil, estoy demasiado acostumbrado a leer trabajos sobre Internet que con un par de años, quedan obsoletos). La autora parte de que muchas veces las fotografías de aficionados parecen profesionales y en muchas otras, las fotografías artísticas no son muy diferentes de las de los aficionados. Sin embargo, Schwartz se preguntaba, ambos grupos se repudian entre sí. Lo que desarrolla entonces es un trabajo etnográfico en Philadephia con los dos grupos, los aficionados que se reúnen en clubes de fotografía y los profesionales que exponen, publican y tienen un nombre en el mundo del arte.Comienza por relatar la relación histórica entre arte y fotografía que ella sitúa en la obra de Alfred Stieglitz y el “pictorialismo”. Ella apunta que Stieglitz logró “tejer una red social” de fotógrafos artísticos “separados” de los amateurs, además de fundar un journal (Camera work) que publicaba obra crítica sobre la fotografía así como reproducciones de obras. La autora apunta que entonces se generó un “código común” que se convirtió en un código elitista que generó una separación entre los “artistas” y los “aficionados”. Partiendo de ahí, entrevista a los dos grupos en la actualidad y encuentra que: “los fotógrafos cuyo trabajo meramente amula aquél que ya se ha hecho pueden ser considerados practicantes competentes, pero no artistas importantes. Comúnmente, los artistas, elaboran con conciencia propia, sobre un idioma establecido, introduciendo nuevos elementos” y continúa: “a diferencia de los fotógrafos artísticos, los miembros de los clubes de fotografía, no esperan mejorar sobre el trabajo de aquellos que admiran. En lugar de eso, ellos aspiran a lograr lo mismo que lograron sus predecesores.” El planteamiento es interesante porque la clave es ese “código compartido” que, al conocerse, hace que se pertenezca a un determinado grupo. Plantea que mientras que en la fotografía periodística o de “snapshots” o los retratos en donde el significado está directamente articulado: “la habilidad para interpretar las fotografías de arte requiere competencia en códigos simbólicos resguardados exclusivamente por los miembros del mundo del arte”, continúa: “La emergencia de un código comunicacional exclusivo, provee un mecanismo simbólico para identificar y delimitar un mundo social de élite….el conocimiento acerca de los códigos de arte modernos se ha convertido en un bien escaso, limitando la difusión de las competencias apreciativas” para terminar: “La construcción de un código de élite de la práctica fotográfica y su mantenimiento por los artistas contemporáneos elaboran mecanismos de diferenciación social, permitiendo a la fotografía ser, simultáneamente, “más fácil que nunca” y un complejo proceso de descubrimiento visual”. Y pienso en la posible reconfiguración de estos códigos (o los nuevos mecanismos para su consolidación) en sitios de “encuentro” de estos dos mundos, especialmente Flickr.

Actualización:

Es interesante cómo, esta “lucha simbólica” se materializa en el derecho. Me acaba de llegar este manifiesto titulado: “Por un cambio en la protección legal de la fotografía“, creo que seguiré su pista.