“Cibersexo” (visual) revisitado

Dos cosas sucedieron para hacerme escribir este post. Por un lado una estudiante de Colombia me hizo una entrevista interesada en mi trabajo de investigación sobre cibersexo. Por otro, que me topé con el interesante texto de Ori Schwarz: Going to bed with a camera: On the visualization of sexuality and the production of knowledge.

La trayectoria de Internet ha sido claramente de un medio textual a uno multimedia (o multimodal como apuntan algunos autores). La digitalización de los procesos, la convergencia y la masificación de aparatos de producción audiovisual, junto con el crecimiento en la(s) conexión(es) a Internet, ha dado como resultado que nunca en la historia de la humanidad se hayan producido tantas imágenes como ahora y nunca hayan podido ser vistas por tantas personas. Hasta ahí todo más o menos en el sentido común, ahora bien ¿cuál es la relación entre estas transformaciones y el ámbito de la sexualidad y la intimidad?
Schwarz traza un breve análisis histórico y propone que la relación entre visualidad y sexualidad es relativamente reciente. Por ejemplo, siguiendo a otros autores menciona que en el siglo XVIII la idea de la sexualidad estaba más relacionada con el tacto que con la visualidad y las relaciones solían llevarse a cabo en la oscuridad e incluso con alguna ropa puesta. De ahí reflexiona cómo la visualidad, de la mano de corrientes psicológicas, la publicidad, los medios y la “espectacularización” han hecho de la sexualidad una cuestión mayoritariamente visual especialmente con la pornografía como industria y como objeto. Continue reading ““Cibersexo” (visual) revisitado”

Notas para la construcción de una sociología de la fotografía digital

Todo comenzó cuando leí esta nota en El Periódico. Decidí visitar la puesta en escena en la galería àngels y hasta comprar lo que podría denominarse el catálogo de la exposición. Me encontraba  justamente escribiendo el capítulo metodológico de mi tesis (en el que discuto las implicaciones éticas del uso de imágenes) así que no pude más que preguntarme ciertas cosas. Ya se han adelantado algunas reflexiones expuestas en el blog de Elisenda Ardèvol. Curiosamente, alguien “meneó” la noticia y se montó un improvisado debate. Las reflexiones que expongo a continuación son una segunda parte de ese diálogo (imaginario) con el Sr. Fontcuberta pero, sobre todo, el mío con mi objeto de estudio que son las prácticas de fotografía digital.

Sobre la fotografía digital.

A estas alturas resulta reiterativo señalar que las prácticas que utilizan la fotografía digital, además de cumplir con las mismas funciones de la fotografía analógica (argentaria le llamaría Fontcuberta), abren toda una nueva serie de posibilidades en donde los objetos, tiempos, formas y usos de la fotografía han cambiado (cfr. Okabe & Ito, 2003; Manovich, 2003). Incluso, propone el mismo Fontcuberta (2010), cabría preguntarse si seguirla llamando fotografía no es contraproducente. Continue reading “Notas para la construcción de una sociología de la fotografía digital”

Fotógrafos amateurs vs. fotógrafos profesionales

Estoy trabajando sobre la distinción entre fotógrafos “amateurs” y fotógrafos “profesionales” para una presentación que tengo, junto con Elisenda, en Berlín a final de mes.
Por lo visto, históricamente, la escisión (entre amateurs y “artistas”) se dio con la emergencia de las cámaras de bajo coste y de uso sencillo (léase Kodak 1) y su difusión masiva (antes todos eran amateurs). Un grupo de “esos amateurs”, comandados por Alfred Stiglitz, decidieron “separarse” y lo que hicieron fue “juntarse” (nótese el uso de ambas palabras) con “artistas” (plásticos, escultores, etc.). El resumen  (porque en realidad fue un complejo entramado de alianzas y creación de sentidos) es que, con el tiempo, se crearon dos “asociaciones” (en el sentido amplio); la de artistas (curiosamente no les gustaba que les llamaran fotógrafos sino artistas), reunidos en “sociedades”, con revistas, contactos con museos, galerías;  y la de fotógrafos amateurs (que tenían su base en los “clubes fotográficos”). Después se “profesionalizaría” el oficio y vendrían los foto-reporteros, fotógrafos de modas, productos, etc. Esta es la versión resumida y cutre, lo importante es la distinción que se generó a principios del siglo XX y que perduró, según mi hipótesis, hasta que llegaron las redes sociales y las cámaras digitales, que están problematizando la división. ¿Por qué? pues básicamente por 4 razones: Continue reading “Fotógrafos amateurs vs. fotógrafos profesionales”

El tesista “en la Tele”

Cuando era niño, tuve mis 3 o 4 segundos de fama cuando, quizá por un error de producción, el yo que era en ese entonces apareció en un  tremendo close-up en el programa de Bozo, eran los setenta, era la televisión. Muchos años han pasado desde entonces y las canas me colonizan cada vez más. Vivimos tiempos 2.0,  y subiendo, y ahora esto de salir en televisión ya no es tan “cool” como aparecer en los rankings de Youtube.

Pues bien, gracias a la inefable confianza, y “extreme marketing”, del buen compa Fernando, conocí a Cristina, quien encarna (la palabra en español es horrible en realidad) como nadie que haya conocido, lo que es una productora de cultura del Siglo XXI (así en sentido extenso). Gracias a esa carambola dospuntocerezca amistosa, acabé teniendo mis 6:02 segundos de fama (contando la cortinilla). Si atentemos a Warhol, todavía me quedan otros 8:58 que espero tener la oportunidad de tener algún día. Por lo pronto, gracias a Cristina, al equipo de la Malla y a Fernando por darme la oportunidad de “salir en la televisión” 😉

Edgar en la Malla

P.D. WordPress no me deja incrustrar el video y eso quizá signifique que ya tendría que comprarme mi propio dominio. En cualquier caso, es más divertido que lo vean “in situ”.

Ceci n’est pas une recherche du flickr

Foucault, in his fascinating, and beautiful, essay on Magritte’s famous painting, tells us that, the trap of the “Ceci n’est pas une pipe” paint is that the letters are not letters but calligraphies, which means that they are not naming anything but just happened to be there set in a position that we, as viewers, understand as a contradiction between the drawing and the meaning of the statement. Foucault’s thoughts are extremely tempting to follow but I’ll resist (this time). My point today is something else. A few days ago, in the AoIR list, Mayo Fuster, a colleague from Berkeley, asked about people doing research on flickr. My name popped out (thanks Ismael, or should I say: Dr. Peña?) and this made me think about my own work.

Flashback from the field I

I’m sitting in a bar with ten or twelve photographers. I’m in a bar because they decided to get together here and drink a few beers after a day at work (and, as an ethnographer, well, you know, I have to do what they do). None of them are carrying cameras and this could be a “regular” group of people, just one of several groups in this busy night at the bar (Barcelona is just like that). Nonetheless, here are some of the core members of the group I’ve been participating with for several months. There’s no trace or discussion in flickr about this “getting together”, it is a casual thing: I got a phone call, some other people were contacted by email and, another couple were luckily enough to found each other with someone at some local store and decided to join him. Discussions are multiple and, although they tend to be photography-centred, some of them range, from the last sports results, to gossips about other people in the group. Probably this will not be important at all except for one thing. They decide, at the end of the night, to organize a photowalk that, as soon as later in the night, will become a post in the group. That post would take, eventually, to several pictures taken, the integration of new members to the group, more beers and, definitely, a sense of belonging and identity. Continue reading “Ceci n’est pas une recherche du flickr”

Los besos como proceso de remediación cultural en Internet

La historia comienza cuando un día, de esos que no tengo nada interesante que decir, colgué un post con dos fotos de besos (de una “acción-social” de marketing de conocida empresa barcelonesa de ropa en donde se invitaba a la gente a besarse en una plaza pública). La segunda parte viene cuando me di cuenta que dicha entrada era la más visitada de mi blog y puse un post semireflexivo sobre ello. Desde hace unos días, las visitas a esta humilde enchilada han caído en franca picada y, después de echarle un ojo con lupa a las estadísticas, me di cuenta que ya nadie entraba al blog buscando la palabra “besos” en Google. Entonces, la busqué yo mismo para ver los resultados y cuál fue mi sorpresa al ver que, efectivamente mi foto seguía en segundo lugar pero ya no era la dirección de este blog a lo que enlazaba sino a otro blog (a un space para ser políticamente correctos). Ahora bien, movido por la curiosidad, seguí buscando “mi” foto y me la encontré, en un blog más e incluso en una versión corregida y aumentada en otro. Ahora bien, lo que me resulta interesante de la anécdota es, por un lado la “remediación” (reciclaje cultural podríamos llamarle), pero por otro lado cómo, mediante no sé cuáles mecanismos (léase Google y sus algoritmos), el tráfico, que originalmente se dirigía a mi sitio, ahora se dirige a otros. Es fabuloso (seamos sinceros, seguramente esos sitios tienen más que ofrecer para los que buscan “besos” que lo que puede ofrecer este blog pseudo-académico). Y la historia podría escribirse en clave de economía política en donde, ante los procesos de copia y uso de objetos digitales, en tiempos de Google, la presencia y el “éxito”, se van trasladando con la renovación de dichos objetos. Interesante porque por otro lado, ultimamente he leído muchas historias de cómo personas están utilizando fotos de Flickr (tomadas por otros) para hacer negocios, por aquí hay una pista sobre la reproducción de la “obra de arte” en la era digital.

Una arqueología de la pantalla

Ayer me topé con un textito del Lev Manovich titulado: “An arqueology of the screen” (y coincidentemente, por la noche, el buen amigo Jaques, de paso por Barcelona y con unas birras de mediadoras, me contó que lo conoció en NY y que es un tío muy majo). Es un texto viejito, muy sencillo y poco profundo pero muy interesante,  en él plantea una “arqueología de la pantalla” (este tipo de análisis cada vez me interesan más). Parte diciendo que “podríamos debatir si nuestra sociedad es una sociedad del espectáculo o de la simulación (en franca alusión a Debord y Baudrillard), pero, sin duda, la nuestra es una sociedad de la pantalla” (p.124). Y va construyendo una reflexión sobre cómo la pantalla (y por pantalla entiende desde la pintura hasta el cine y la de la computadora), es capaz de generar un “espacio virtual”: “otro espacio tridimensional enmarcado por un cuadro y situado dentro de nuestro espacio normal” (p. 125). A este tipo de pantallas les llama “clásicas”. De ahí pasa a hablar de cómo la pantalla del radar fue la primera pantalla en la que se mostraban imágenes en tiempo real (y me hizo pensar en la tendencia tecnológica actual en donde la misma pantalla es también la interfaz, el ejemplo paradigmático actual sería el iphone).

Pero después, elabora, la misma “historia” pero cambiando la perspectiva y relacionando la pantalla con el cuerpo, en donde apunta que, por ejemplo el cine, para su completa inmersión, requiere inmovilizar al cuerpo (y en ese sentido, como en el post anterior, relaciona este hecho con el control penitenciario). Esto, continua, se rompe con la llegada de los sistemas de Realidad Virtual en donde el cuerpo, se convierte en agente activo con relación a la pantalla y su contenido.

Ahora bien, pensando en la fotografía, relaciono la propuesta del texto con el hecho de que, a diferencia de la fotografía analógica, la fotografía digital no sólo depende de la pantalla (ya sea de la que tiene la cámara o el móvil sino la del ordenador), sino que ésta pantalla es una que varía considerablemente de otras: si bien es un “recorte de la realidad”, también es una interpretación en tiempo real de ella y, a la vez, un elemento básico para comprender las prácticas de fotografía actuales en donde, después de disparar, siempre hay alguien que dice: “déjame ver cómo salió y si no me gusta, la borras y tomas otra”.

“Internet es el medio, lo importante es acabar en el bar” (sobre Flickr)

Gracias a Tiscar, y ante la ausencia de televisión, vi en la red un pequeño docu sobre Flickr y “flickeros” (emitido en la 2). Tomando como ejemplo el grupo “Flickr Granada” hablan de cómo los fotógrafos amateurs se han reunido como colectivo (comunidad diría alguien). No cuentan mucho porque es apenas un clip pero hay varias cosas interesantes, por ejemplo, lo que menciona Antonio Casas, el administrador del grupo, que dijo que buscaba unir al grupo de los “blogueros” con el de los “flickeros”. Los grupos de Flickr me interesan mucho y creo que mi comienzo en “el campo” será a través de algún (o varios) grupos de Flickr. En el minidocu también hablan de los “fotomandaos” (“el gran acontecimiento de Flickr Granada”), una estrategia que en clave sociológica (o antropológica) es por demás interesante ya que lo que se busca es “el reconocimiento del grupo basado en una tarea común”. Antonio dice: “el premio es que te reconozcan todos los demás…que te conozcan todos” y es justamente a través de estas estrategias que no sólo se cohesiona el grupo sino que la “competencia” entre los miembros, y la propuesta de temas para estos fotomandaos, también tienen relevancia con respecto a una “socialización de la estética”. Y todavía más, a una especie de meritocracia visual-social .
Ahora bien, lo más interesante es la declaración final: “Internet es el medio, lo importante es acabar en el bar” y es justamente donde quiero “acabar” con algún grupo de “flickeros”.

Fotografías hipnóticas (y situadas)

En medio del vendabal de trabajo en el que estoy sumido, leí un post de Antonio Lafuente (de quien parafraseo el título) sobre la visualización de datos. Fui a visitar Flickrvisión (que también hay twittervisión y Spinvisión.tv) y es absolutamente hipnótico, pero no sólo eso, es un potente instrumento de visualización, y por lo tanto podría serlo de reflexión, sobre la relación entre geografía humana y uso de sistemas digitales (en este caso de fotografías). Tengo que explorarlo más y escribir algo serio al respecto con referencias a eso que me gusta llamar “gps de la cotidianeidad humana”, pero como siempre digo: hay cosas importantes y cosas urgentes y ahora tengo varias de ambas.

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Las fotos de los móviles… ¿son públicas o privadas?

¿Las fotografías que uno tiene en el móvil son públicas o privadas? Una cosa más o menos clara (repito subrayando: más o menos) es el lugar donde se tomó la fotografía, casi todos podríamos reconocer que una habitación de una casa es privada mientras que una plaza abierta es pública. De acuerdo, (y parece que me repito pero repito también que este blog muchas veces es un cuaderno de notas para reflexiones que voy construyendo) pero ¿existe un modelo o código de privacidad que nos remita o limite lo público y lo privado en los dispositivos digitales? Recapitulemos, especifiquemos y dejemos por lo pronto las plataformas de internet: ¿Mi teléfono móvil, y por ende lo que él contenga de objetos simbólicos (léase fotos, videos y sonidos), es público o es privado? Es decir, me pertenece y por lo tanto es como una carta (que en principio entiendo que va contra la ley abrir una que no está dirigida a ti). Bien, lo pregunto por lo siguiente, me encontré con la noticia de que un grupo de estudiantes de Utah (menores de edad) se tomaron fotografías desnudos y se las mandaron entre ellos. Algún padre que revisó el teléfono de su hijo encontró las fotos y se desató el escándalo (que por lo que dice la noticia podría acabar en el juzgado).

En otra noticia, a un exconvicto por ofensas sexuales que estaba siendo monitoreado por la policía se le prohibió tener un teléfono móvil porque en el suyo se le encontraron fotos pornográficas que involucraban a menores. Está claro que en ambas noticias la cuestión de la minoría de edad con relación a conductas sexuales es motivo de alarma pero…¿qué pasa cuando sucede entre adultos sin coerción y consentidamente? Esas imágenes, (iba a hacer la broma de si pagaban canon sexual), ¿son públicas o privadas? y si son privadas, ¿cualquiera que mirara nuestro móvil sin consentimiento estaría inflingiendo la ley? Es claro que nuevamente las tecnologías digitales y sus prácticas ponen en jaque a conceptos heredados de los estudios urbanos que no nos sirven más para explicar la compleja “urbe digital”