Privacidad, leyes, ética y cabello rosa

Lo interesante de Flickr es que me parece que es una plataforma en donde se ponen en juego, en algunas ocasiones de manera abierta, las “controversias” en torno a la fotografía. Por ejemplo me encontré esta discusión (de la cual podría extraer un montón de preguntas de investigación), para los que no la quieran leer completa, la cuento. Resulta que un chaval pone un par de fotos de una chica en un foro y pregunta si alguien la conoce. La chica, que tiene un look del cual es muy difícil abstraerse, resulta que vive y pasea por el centro de Madrid y por lo tanto montón de gente la ha visto (y más de uno la ha fotografiado). Entonces, otra chica que pertenece al grupo de Flickr, un día se encuentra en una fila del cine a la del cabello rosa (para los que sigan pensando en que hay un online y un offline) y como conoce la discusión, se la cuenta, la chica edl cabello rosa se mosquea y le dice que no tienen derecho a hacerlo y que flipa. A partir de ahí, un foro que comenzó casi como una puesta en escena de cupido, se transformó en una discusión legal y moral sobre la privacidad, la fotografía, el arte y, aunque no se menciona, en última instancia Flickr mismo como plataforma social y su papel en las luchas simbólicas. Interesantísimo la verdad, de ahí, podrían emerger algunas preguntas interesantes:
¿Qué es lo público y lo privado y cómo se ha reconfigurado a partir de la emergencia de la “cultura digital” de la imagen?
¿Big Brother social o panóptico digital? (¿por qué la discusión es sobre un grupo de aficionados a la fotografía a los que les llama la atención una chica y no sobre las cámaras de seguridad que están en todos lados?)
¿Cuál es la ética de la imagen? (¿Debería haber alguna?)

Fascinante sin duda.

P.D. Ya tengo mi primer grupo en Flickr, veremos si hay alguien a quien le interesa. Se llama

Sensualidades Urbanas.

Actualización:

Bueno, parece que estoy discutiendo temas de actualidad,  en El País apareció una pequeña nota sobre los derechos de las personas sobre su imagen en Internet.

El objeto de lo fotografiable (un ensayo en capítulos)

Estoy trabajando un pequeño ensayo sobre el objeto de lo fotografiable, ya he ido anotando por ahí alguna cosa y quizá el ensayo se componga de una serie de posts-apuntes, todo esto con el objeto de ir “enfocando” mi proyecto de tesis.

En este momento me pregunto por el proceso de fotografiarse a sí mismo. ¿Cómo uno el o la fotógrafo(a), se convirtió en el objeto de la fotografía? Elisenda apunta alguna cosa interesante al respecto de los Ego-shots. La primera cuestión tiene sin duda una implicación económica que, por ejemplo en el trabajo de Bourdieu (2003), queda clara: sólo es fotografiable aquello que tiene un valor funcional con relación a la memoria y por lo tanto funciona como elemento para la cohesión de un grupo (cuestión en la que otros autores como Chalfen 1987 o Slater 1999, coinciden). Por poner un ejemplo tradicional, las fotos de bodas no sólo sirven para “recordar es vivir” sino que tienen la función de mostrar y de-mostrar la pertenencia a un grupo (familia, amigos, compañeros de trabajo, etc.). Eso de “gastar fotos” en cosas que no representan nada especial en sí mismas (por ejemplo en su libro Bourdieu lo ejemplifica con la foto de una hoja), no tiene sentido para la idea de fotografía tradicional[1]. Ahora bien, con la fotografía digital parece haber una transformación de lo que se considera digno de fotografiarse. La cuestión radica me parece, más allá del objeto fotografiable,  en la idea de la práctica fotográfica. Es ahí donde lo digital está generando una nueva conceptualización. Es decir, quizá el traslado no sea tanto en el objeto de lo fotografiable (de una boda a una hoja), como en la práctica fotográfica que se ha despojado de su carácter ritual y se ha insertado en prácticas de orden y sentido (por ejemplo la accesibilidad y coste cero que implica la fotografía digital una vez teniendo el equipo, hace que lo importante sea el disparar, más que a lo que se dispara). El producto final no sería entonces un objeto permanente de memoria y pertinencia sino el reflejo de una práctica cada vez más cotidiana que es el fotografiar y por lo tanto reflejar la cotidianeidad de quien la practica. En ese sentido, las fotografías de uno mismo serían no tanto una re-presentación de una persona tanto como la demostración de una pertenencia (en este sentido sí), a un grupo que desarrolla una práctica (¿pertenencia reconocida y consciente?). Ahora bien, habría que considerar esta práctica en un complejo entramado de relaciones: económicas (una práctica casi como de consumo), políticas (del cuerpo, de la responsabilidad), de sentido (la imitación de la imagen publicitaria, la representación de la “realidad” ), sociales (el compartir las fotografías en plataformas como Flickr), estéticas (¿cómo se define una buena fotografía?) y sobre todo, en la “puesta en escena” en donde el cuerpo vuelve a ser el terreno de las luchas simbólicas (joder, el espíritu de Bourdieu me persigue).

Otro elemento a considerar es “el guión” (diría Adolfo) que propone la práctica de fotografiarse a si mismo incorporándola en forma de pequeños espejos en los móviles para que el autorretrato esté en el ángulo de visión correcto o en programas de “autorretrato” para las cámaras pequeñas. Y por otro lado la socialización de la práctica (por ejemplo las fotos de uno mismo con el uso de espejos) hace que ésta se refuerce institucionalizándose (¿una sociología de las prácticas?). Vaya, por aquí hay algún elemento creo. Continuará…..


[1] Es evidente que me refiero a la fotografía no profesional ni especializada sino al uso de la cámara en cualquier hogar medio.

Un blog de besos

Este será un post reflexivo, de esos que le gustan al desaparecido Adolfo (desaparecido de la blogosfera, que me consta que está currando en su tesis). La reflexión comienza porque ayer se rompió el “record” de visitas a esta humilde enchilada (no diré el número porque comparado con las visitas que tienen blogueras serias como Tiscar, el mismo Adolfo o Daniel, en cuyos blogrolls aspiro a figurar algún día, yo, más que de la aristocracia bloguera, soy parte del campesinado más humilde). De todas esas entradas ayer, 90 provenían de Google e iban directamente a un post con dos fotos de besos que tomé por la calle (post con un estilo por el que el Nettizen bautizó a este blog como una enchilada). Me interesó tanto la conexión con Google que busqué imágenes con la palabra “Besos”, mi foto apareció en la primera página y era la quinta foto. Ahora bien, revisando algunos comentarios en mi cuenta de Flickr, me topé con la noticia de que mi foto más vista (que no la más “relevante”) era ésta que aparece abajo, ¿cómo se llama? Besos húmedos. ¿Y si en lugar de un blog sobre la tesis y esas nimiedades académicas, me dedico a hacer un blog con fotos de besos? (Algo así como Besos-Apapachos). Al menos no tendría esta terrible sensación de que lo que digo es irrelevante en comparación con las demostraciones de afecto públicas en formato digital (eso sin contar con el éxito que tendría en Internet). En fin, que aquí sigo preso (al menos cuantitativamente), tanto de google como de mi propia práctica fotográfica (¿será eso que Foucault llamaba disciplinamiento?)

Besos húmedos

Actualización: este post, hizo que se rompiera nuevamente el record de visitas.

Cuando la imagen suplanta a la realidad.

El otro día me preguntaba cuántas miles de fotos se hacen al día con cámaras digitales y, por ejemplo, qué se podría hacer con una plataforma como Flickr que tiene, literalmente, millones de fotografías; Hoy, a las 22:30, encontré la respuesta en un mensaje que llegó proveniente de la lista de la AoIR.

No puedo dejar de anotar, al menos enunciarlo, algo que promete ser un dispositivo interesante (y preocupante) con relación a la imagen digital (y al dueño que es Microsoft), pero que por otro lado es alucinante. Photosynth es un programa que toma una larga cantidad de fotografías y las une (incluso en tiempo real mediante hiperenlaces en Internet) en modelos tridimensionales de manera que crea una representación “real” de, por ejemplo, una ciudad. Uno de los ejecutivos de Microsoft señalaba en el video: “El  sueño último es que vamos a unir el mundo real y el mundo virtual en una especie de experiencia que sea totalmente sin divisiones (seamless)” Aquí unos videos de demostración.

Visa para la imagen (aka. Fui a comer a Francia)

En una de esas combinaciones de agradables coincidencias, nos lanzamos a Perpignan a ver, en el último día, algunas de las exposiciones del Festival International du Photojournalisme. Eso de vivir en Europa y estar acostumbrado a distancias largas hace que un viaje de 3 horas de ida y 3 horas de vuelta, alcance perfectamente para ir a Francia, ver unas cuantas exposiciones, comer y volver. Pensaba escribir una reflexión sesuda sobre el terrible mundo que un grupo de fotoperiodistas nos muestra de una manera tan cruda que parece estallarnos en la cara, pero estoy tan cansado y tengo tanto trabajo pendiente que sólo anotaré las exposiciones que me afectaron más (y no hay otra forma de decirlo). Por ejemplo el trabajo de Carolyn Cole sobre los niños enfrentados al hambre, la guerra y las catástrofes naturales que, con unas imágenes de poética del desastre, nos recuerda la terrible vulnerabilidad de muchos niños en el mundo (ésta, junto con otras dos exposiciones sobre niños; un proyecto sobre la esclavitud de éstos en África y otro sobre niños presos me dejaron con el corazón helado, la moral derruida y la sensación de que mi vida es extremada e injustamente buena).

Fotográficamente, una exposición que me gustó especialmente fue la de Dimitar Dilkoff sobre los países del Este. Y claro, el WordPress Photo de este año. En fin, un comentario al margen (casi un twitter extendido).

P.D. Por cierto, ahora resulta que el periodismo sobre tecnología se nutre de puros compas: en un artículo de El País sobre blogs citan a Rubén y a Igor a los que vimos aquí en Barcelona en el Congreso de Sociología, mientras que en otro del mismo diario sobre los emotíconos, se citan a Nicole y Joan. Si esto acaba siendo una pequeña familia académica.

Leyendo sobre fotoblogs

“Navegando” por la Red en busca de textos interesantes, me encontré con uno llamado: “What does the photoblog want?” de Kris R. Cohen publicado en Media, Culture & Society. Una etnografía que realizó con 30 fotoblogers ingleses. Subrayo algunas cosas que me interesaron:
En su texto, el compa este plantea que, ante la emergencia de lo digital, y la consiguiente nulidad económica (una vez comprado el equipo) para generar fotografías, las personas tienden a fotografiar “la vida real” (es decir, las pequeñas cosas de la vida cotidiana). El autor utiliza esta reflexión como recurso para decir que, en contraposición con el señalamiento de que la fotografía digital introduce fisuras entre lo real y lo virtual (por la facilidad de retocar y con ello “crear” o “modificar” realidades).

Mas adelante, menciona que a los fotobloggers (no dice que a los que entrevistó, sino que implica un poco que a todos), no les gustan las poses y practican una fotografía “hiperrealista” e “hipernaturalista” (esto no lo dice él, lo digo yo sobre lo que él señala), prácticamente lo contrario a lo que hemos observado en el pequeño estudio de fotoblogs que estamos comenzando (quizá esta diferencia se deba a que la edad de sus entrevistados es de veinte años para arriba mientras que los adolescentes parecen preferir una práctica de “modelar” de forma juguetona y en ocasiones muy elaborada en sus fotos).

Otro elemento interesante es la relación que establece entre la práctica de fotografiar y la de “fotobloggear”, señala que ambos se inter-articulan. Es decir, según las respuestas de sus informantes, una de las principales motivaciones para tomar fotografías, es subirlas al fotoblog, lo que a su vez motiva que las personas busquen elementos para fotografiar (por ejemplo dando paseos por la ciudad).

Aunque el texto me parece en ocasiones un poco flojo (la conexión que hace al final con el concepto de “Deseo” de Deleuze y Guatarí me parece sacada de la manga por ejemplo), termina siendo por demás sugerente y se apunta un par de goles. Por ejemplo, cuando en las conclusiones señala que el fotoblog es lo que los fotobloggers quieren y al mismo tiempo la manera de conseguirlo, rompiendo de esta manera el asunto de la causalidad y planteando que el fotoblog es lo que divide la fotografía del fotografiar en “dos esferas de actividad separadas (temporalidades) y compromisos placenteros (deseos)” (p. 898). O por otro lado, cuando afirma: “En unión con el fotografiar,el fotoblog funciona como un verbo: motivando, justificando. En unión con las fotografías, el fotoblog funciona como un sustantivo: colección, sitio” (p. 898)

¿Y qué pasa cuando a uno se le va el unicornio azul?

Llevo días queriendo escribir algo para el blog y, aunque leo cosas interesantes, simple y sencillamente no me apetece (eufemismo snob para decir que soy incapaz) de escribir algo con sentido. Estoy por leerme la santísima trinidad (por no decir la fabulosa trilogía) de libros sociológico-filosóficos sobre fotografía (Bourdieu, Sontag y Barthes) para sacar ideas para mi tesis y supongo que con ello esta enchilada dará un vuelco a algo así como tesis-antítesis-fotoreflexiones. Por lo pronto, y sólo como lubricante social, escribo que no tengo nada que escribir.