Mientras que me comporto como si estuviera en plena crisis de los 40s (en mis 30s), por aquello de mi regreso a la música y a las canchas de fútbol (con dos goles y una rodilla raspada, nada mal para mi edad y condición física casi tan mala como la de Ronaldinho), sigo leyendo y haciendo apuntes.
Estoy trabajando el asunto de lo público y lo privado con relación a la imagen y acabo de leer dos textos interesantes que tratan temas complementarios. Por un lado The mobilized and virtual gaze in modernity (de Anne Friedberg) y por el otro The other side of surveillance: Webcams, power and agency de Hille Koskela.
En el primero, Friedberg elabora un ensayo sobre la relación entre el Panopticón que “disciplina subjetividades” (para ponerme Foucaultiano) y el diorama y el panorama que, desde otro punto de vista, menos impositivo pero igual de efectivo, regulan las subjetividades. Friedberg escribe (perdón por la no traducción pero los golpes del fut comienzan a sentirse):
Both panoptic and dioramic systems required a degree of spectator immobility and the predominance of the visual function. And it is this notion of the confined place combined with a notion of journey that is present simultaneously in cinematic spectation (p. 403)
lo que nos lleva al segundo texto que, partiendo del mismo marco foucaultiano sobre vigilancia (y castigo), elabora un análisis de las webcams como una nueva forma de control ya que las equipara con las cámaras de vigilancia. Lo interesante del texto es que propone dos cosas: que la vigilancia se ha vuelto espectáculo y que las webcams “generan” un espacio que ya no es ni público ni privado. Lla autora lo lleva más allá al decir que tampoco es físico ni virtual en estricto sentido y que se puede pensar como un continuo. La relación entre espacio, tiempo, subjetividad y cámaras es por demás interesante y me da la impresión de que se ha trabajado mucho desde la videovigilancia o el arte pero menos desde el uso de las cámaras en la vida cotidiana. Habrá que explorar.