Fotógrafos amateurs vs. fotógrafos profesionales

Estoy trabajando sobre la distinción entre fotógrafos “amateurs” y fotógrafos “profesionales” para una presentación que tengo, junto con Elisenda, en Berlín a final de mes.
Por lo visto, históricamente, la escisión (entre amateurs y “artistas”) se dio con la emergencia de las cámaras de bajo coste y de uso sencillo (léase Kodak 1) y su difusión masiva (antes todos eran amateurs). Un grupo de “esos amateurs”, comandados por Alfred Stiglitz, decidieron “separarse” y lo que hicieron fue “juntarse” (nótese el uso de ambas palabras) con “artistas” (plásticos, escultores, etc.). El resumen  (porque en realidad fue un complejo entramado de alianzas y creación de sentidos) es que, con el tiempo, se crearon dos “asociaciones” (en el sentido amplio); la de artistas (curiosamente no les gustaba que les llamaran fotógrafos sino artistas), reunidos en “sociedades”, con revistas, contactos con museos, galerías;  y la de fotógrafos amateurs (que tenían su base en los “clubes fotográficos”). Después se “profesionalizaría” el oficio y vendrían los foto-reporteros, fotógrafos de modas, productos, etc. Esta es la versión resumida y cutre, lo importante es la distinción que se generó a principios del siglo XX y que perduró, según mi hipótesis, hasta que llegaron las redes sociales y las cámaras digitales, que están problematizando la división. ¿Por qué? pues básicamente por 4 razones: Continue reading “Fotógrafos amateurs vs. fotógrafos profesionales”

El tesista “en la Tele”

Cuando era niño, tuve mis 3 o 4 segundos de fama cuando, quizá por un error de producción, el yo que era en ese entonces apareció en un  tremendo close-up en el programa de Bozo, eran los setenta, era la televisión. Muchos años han pasado desde entonces y las canas me colonizan cada vez más. Vivimos tiempos 2.0,  y subiendo, y ahora esto de salir en televisión ya no es tan “cool” como aparecer en los rankings de Youtube.

Pues bien, gracias a la inefable confianza, y “extreme marketing”, del buen compa Fernando, conocí a Cristina, quien encarna (la palabra en español es horrible en realidad) como nadie que haya conocido, lo que es una productora de cultura del Siglo XXI (así en sentido extenso). Gracias a esa carambola dospuntocerezca amistosa, acabé teniendo mis 6:02 segundos de fama (contando la cortinilla). Si atentemos a Warhol, todavía me quedan otros 8:58 que espero tener la oportunidad de tener algún día. Por lo pronto, gracias a Cristina, al equipo de la Malla y a Fernando por darme la oportunidad de “salir en la televisión” 😉

Edgar en la Malla

P.D. WordPress no me deja incrustrar el video y eso quizá signifique que ya tendría que comprarme mi propio dominio. En cualquier caso, es más divertido que lo vean “in situ”.

Fotografiar no es lo mismo que tomar una foto

Disclaimer

No es mi área de conocimiento ni mi estilo de escritura pero me aventuraré con este texto freestyle. Cobijado, espero, por mi trabajo de campo y mis reflexiones personales. Los expertos en la materia perdonen la intromisión.

No citaré ni a Barthes, ni a Benjamin, ni a Bourdieu, ni a Wells, ni a Sontag, ni a Freeman, ni a Berger, más que nada para no comprometerlos. Pero los he leído a todos y espero algo se me haya pegado

Alguien me dijo con respecto a una imagen: “me tomó una foto”, y yo pensé, quizá valga la pena elaborar, a nivel teórico, la distinción entre eso y “me fotografió”. Apunto algunas cosas que pienso describen cada acción para después articularlas en una reflexión más cercana a mi trabajo.

Fotografiar

Quien fotografía no sólo establece una relación técnica con la “realidad” a través de un dispositivo de visión, opta por ello con consciencia y reflexividad. Al hacerlo, se mira a sí mismo. Lo que está en juego no es sólo la re-presentación de lo que se fotografía sino la percepción personal sobre ello. La re-interpretación de lo que se ve mediante lo que se percibe. Las decisiones de encuadre, luz, momento (¿decisivo?) y el objeto a fotografiar son todas decisiones que conectan el ojo con lo que se fotografía a través de la cámara. Esta conexión pasa por la cabeza, por el corazón, y, en muchas ocasiones, por las vísceras).

Fotografiar es convertir el acto de hacer “click” en un pronunciamiento sobre la vida. Fotografiar es buscar una intención, es plasmar, en ese pequeño cuadro resultante, no sólo un momento que dura fracciones de segundo, sino un deseo de abandonarse, de entregarse a él. Mediante una ecuación de reciprocidad, esa entrega también busca poseer, perpetuar, eternizar. Para fotografiar no hace falta una cámara, basta la intención de dicha posesión, basta con el ojo, incluso con la imaginación. Muchos de los fotógrafos con los que he hablado lo dicen: “me gustaría tener una cámara integrada al ojo para poder fotografiar las cosas que veo y que me interesan”. Quien fotografía está por encima de la técnica, la domina sólo para obtener resultados más cercanos a lo que imagina. Lo que desarrolla es una forma de mirar el mundo, de entenderlo de manera visual, de encuadrarlo, de organizarlo, de darle una continuidad espiritual basada en la visión. Quien fotografía, genera una nueva ontología para los objetos de sus imágenes. Se basa, no en uno, sino en todos los sentidos, en su intuición y en su necesidad de trascender el momento y reformularlo a través de una práctica. Cuando esa mirada, esa interpretación y esa complicidad, es clara, se solidifica en la imagen resultante junto con el objeto fotografiado. Como el perfume que flota en el aire después de que haya pasado quien lo portaba, dejando una prueba inequívoca de su presencia. Cuando se fotografía, en la imagen casi puede sentirse la respiración de quien hizo click, los pensamientos que cruzaron por su cabeza, su cuerpo transmutado en la cámara, sus deseos, su relación, real o imaginada, con el objeto. Continue reading “Fotografiar no es lo mismo que tomar una foto”

¡No pienses, dispara! Notas sobre lomografía

Gracias a mis amigos fotógrafos, este pasado cumpleaños recibí un regalo muy especial: Mi primera LOMO. La primera cosa interesante es que el regalo surge como la materialización de un comentario que hice en algún momento y es que, en el grupo en el que estoy participando, sólo las mujeres (ya no) tienen cámaras LOMO. Interesado por el “aura” que tiene una de las pocas cámaras de carrete que todavía se venden (y que además parecen gozar de buena salud), estuve investigando un poco (y la verdad es que una tesis sólo sobre la “lomografía” global sería por demás interesante). La historia completa está en el enlace de Wikipedia. Lo que quisiera resaltar como argumento es cómo, a través del tamiz del “mundo artístico”, una cámara de bajo presupuesto proveniente del viejo imperio ruso, logra sobrevivir convirtiéndose en un objeto de culto. Es decir, se resignifica (y revaloriza) y pasa, de ser una cámara para la diversión de las familias soviéticas, a ser una cámara para personas que tienen una visión “alternativa” de la fotografía (iba a decir iniciados pero tampoco quiero llevarlo más lejos). Lo curioso es que las investigaciones académicas más interesantes sobre la Lomografía provienen de los estudios de diseño que buscan: “integrar en el diseño, las prácticas emergentes de usuarios avanzados” y claro, los usuarios de Lomo tienen unas características propicias para ser un “grupo de control”. No sólo basan su práctica en una tecnología “imperfecta pero fuera de lo común” sino que se conforman como “comunidad” y adquieren una filosofía propia (no pienses, sólo dispara) que, en principio rompe con la idea “tradicional” de la fotografía (hay personas con mayor autoridad que analizan esto a fondo). Ahora bien, lo que parece abrirse es una de esas clásicas controversias “científicas” (¿artísticas?). Por un lado los lomo-usuarios pretenden una visión de la fotografía cotidiana, fugaz y “aleatoria” (para utilizar el término del post de Xataca). Mientras que los “fotógrafos aficionados”, en el sentido del trabajo de Bourdieu, buscan establecer límites y “reglas” a su práctica para “institucionalizarla” como arte. Lo que resulta curioso es cómo, la “filosofía Lomo” es en muchos casos, la filosofía no explicitada de la fotografía digital (me atrevería a decir que la que se hace con los teléfonos móviles, la que hacen muchos jóvenes, etc.). Un asunto para explorar con más detalle y quizá para escribir algo más serio.

Cámaras para mujeres: Artefactos e ideología

Leía la reflexión que elaboran Mackay y Gillespie (1992) en su texto Extending the Social Shaping of Technology Approach: Ideology and Appropriation, en la que plantean tres puntos principales: “Los sociólogos de la tecnología le han otorgado un lugar central insuficiente a la ideología como fuerza social”; “el marketing es parte de la construcción social de la tecnología no sólo porque informa sobre el diseño sino porque juega un papel en la construcción de la demanda” y por último, que “la sociología de la tecnología en general, ha fallado en mirar a la apropiación social subjetiva de las tecnologías”. Coincidentemente, al mismo tiempo me encontré con una nota en un blog, (no necesariamente nueva) sobre un modelo de cámara Canon que había salido al mercado. El subtítulo de la nota era “La cámara para mujeres”. Por supuesto la reacción de alguna que otra bloguera no se hizo esperar. Anécdotas y pasiones aparte, me puse a investigar un poco el asunto a la luz de la propuesta de los autores mencionados y pensando en la relación entre ideología y tecnología (ya Winner decía claramente que los artefactos tenían política). Ahora bien, en un pequeño artículo llamado “Las mejores cámaras digitales para mujeres. Queremos forma y funcionalidad” se menciona lo siguiente: “Si, como la mayoría de mujeres, tu lo que quieres es básicamente tomar fotos familiares (snapshots)…” y continua dando consejos. Es decir, parece que por un lado las compañías buscan construir un mercado “femenino” para la fotografía digital que tiene un componente de pragmatismo y facilidad de uso. Para ello, se apoyan en el “diseño rosa” (no sé si exista este término pero debería difundirlo). Es decir, en elaborar unos artefactos pequeños de líneas suaves, colores como rosa o violeta y con pocos botones. El marketing por supuesto, trata de reafirmar estos elementos empaquetándolos en un aparato “hecho por mujeres para mujeres”. Ahora bien, una de las cosas que he observado en mi trabajo de campo es que una gran cantidad de mujeres (que por ejemplo en flickr están en menor número que los hombres, a diferencia de otros sitios como los fotologs), participan activamente en otro de los elementos claves del consumo de cámaras digitales: la idea de “mejorar” su equipo. Mientras que por un lado la fotografía cada vez entra más en la dinámica de la obsolescencia planificada, por otro, los usuarios, conforme van participando más de su práctica, suelen buscar comprar mejores equipos, más caros y con especificaciones técnicas más avanzadas. En resumen (y esto es como un working paper), por un lado la socialización de la práctica de la fotografía digital parece tender a que las personas busquen hacerse de equipos mejores y más caros, por otro las compañías buscan abrir el nicho de mercado e involucrar a más personas en esta dinámica. Más allá de la ideología, los objetos se construyen en la práctica.

La fotografía como medio para cambiar el mundo

La fotografía como representación del mundo, como mediadora de la experiencia, como salvaguarda de la memoria, como agente de socialización…. Todo esto se ha apuntado de la práctica fotográfica y de esta forma, hay quien cree que la fotografía también puede cambiar al mundo. La fotografía, como representación de la “realidad”, tiene una larga historia en las luchas y resistencias simbólicas (culturales, sociales) por generar la capacidad de re-presentar el mundo. Desde los Estudios Culturales y de los media por ejemplo, éste es uno de los ejes estrella. En antropología también existe una gran tradición en los estudios sobre la representación étnica que apunta a la relaciones de poder (en ese sentido eran los blancos los que fotografiaban a los indios, negros, chinos, etc.). Pues bien, en este caldo de cultivo se generan proyectos increiíblemente interesantes cómo éste que me encontré: Lens Of Vision Expression (Love), una ONG que promueve la creatividad y el arte como una forma de que los niños de países pobres “tengan la visión de alcanzar nuevos horizontes que expandan sus sueños”. La organización les da cámaras y cursos a los niños y estos hacen un trabajo espectacular. Si bien es cierto que la idea no es nada nueva (en México hay varias iniciativas parecidas con grupos marginales en el uso de la fotografía), lo que más me llamó la atención es el uso que hace el proyecto de los recursos en Internet: los niños cuelgan sus fotos en flickr y tienen cuenta en facebook.
No sé si logren cambiar el mundo (ojalá), pero claramente están desarrollando una mirada en esos niños (cuestión como para discutirse en otro post), una mirada que será difícil dejar de construir junto con una cámara fotográfica.

La reflexión sobre la fotografía hecha arte

Mientras que unos intentamos encontrar sentido en el uso de la fotografía digital en la vida cotidiana, otros reflexionan sobre ello creando artíe (y debo decirlo: genial). Me encontré con el proyecto de Sascha Pohflepp una artista alemana que, entre otros proyectos, tiene uno que me fascinó, se llama “Buttons” (yo le hubiera puesto “Instant Memories”). El proyecto consiste en un dispositivo que, al apretar un botón en un determinado momento, registra la hora y el día y busca en internet fotos hechas en ese instante (independientemente de en dónde y por quién fueron hechas), para finalmente  mostrar una en la pantalla del mismo dispositivo. Lo más interesante no es el proyecto artístico (que lo es) sino la reflexión de la que surge: “Hacer una foto significa hacer un recuerdo….para muchos, hacer sus recuerdos públicos es (ya) parte de la fotografía en sí misma”. Sigo pensando que mientras los académicos tenemos que ceñir nuestras reflexiones a esquemas más o menos rígidos, los artistas tienen más espacio para reflexionar sobre lo social de manera más lúdica.

Flickr como red social (algunas estadísticas)

Me encontré con un estudio sobre redes sociales (impresionante: 120 millones de perfiles, más mujeres que hombres) y me clavé con Flickr porque es en lo que ando actualmente. Datos interesantes en esta tabla: La edad con mayor número de usuarios es de 25 a 34 años,  con una ligera mayoría de hombres que se va incrementando con la edad (más usuarios hombres mayores de 34 años). Sin embargo, en la primera franja de edad (14-17), el número de mujeres es casi el doble y esta diferencia se va invirtiendo con la edad. Ahora bien, la pregunta es, si esas mujeres, que son el doble, siguen haciendo fotografías y colgándolas (el estudio dice que lo hacen más en facebook y MySpace) ¿qué sucederá en unos años? Fotografía y género, interesante combinación.

Red / Edad

14-17

18-24

25-34

35-44

45-54

55-64

65+

Flickr

137.053

562.762

787.034

355.703

155.119

55.791

14.635

Flickr (Mujeres)

87.720

303.941

363.220

139.090

60.707

19.871

5.113

Flickr (Hombres)

44.170

235.015

398.061

205.631

89.587

33.994

8.998

Flickr (Género desconocido)

5.163

23.806

25.753

10.982

4.825

1.926

524

¿Cámara digital para invidentes?

Cada vez me queda más claro que la fotografía está virando de ser una herramienta para la preservación de la memoria a un objeto de la experiencia inmediata. Al revés de lo que por ahí se apunta de los japoneses que, cuando viajan, no ven para fotografiar sino fotografían para ver. En este caso, las personas no fotografían para recordar sino fotografían para ser (y no sé por qué pienso-relaciono este hecho con la cacería y el tiro como deporte). Lo comento porque me encontré que está en desarrollo una “cámara digital para personas con impedimento visual” (ciegos en el viejo argot no políticamente correcto). Más allá del ingenioso diseño que combina una especie de “hoja braille” con sonidos grabados por el o la usuari@ para reconocer la imagen, lo interesante es cómo, la fotografía digital, se vuelve, día con día, un instrumento  (¿necesario?) de apoyo a las vivencias cotidianas.

Los besos como proceso de remediación cultural en Internet

La historia comienza cuando un día, de esos que no tengo nada interesante que decir, colgué un post con dos fotos de besos (de una “acción-social” de marketing de conocida empresa barcelonesa de ropa en donde se invitaba a la gente a besarse en una plaza pública). La segunda parte viene cuando me di cuenta que dicha entrada era la más visitada de mi blog y puse un post semireflexivo sobre ello. Desde hace unos días, las visitas a esta humilde enchilada han caído en franca picada y, después de echarle un ojo con lupa a las estadísticas, me di cuenta que ya nadie entraba al blog buscando la palabra “besos” en Google. Entonces, la busqué yo mismo para ver los resultados y cuál fue mi sorpresa al ver que, efectivamente mi foto seguía en segundo lugar pero ya no era la dirección de este blog a lo que enlazaba sino a otro blog (a un space para ser políticamente correctos). Ahora bien, movido por la curiosidad, seguí buscando “mi” foto y me la encontré, en un blog más e incluso en una versión corregida y aumentada en otro. Ahora bien, lo que me resulta interesante de la anécdota es, por un lado la “remediación” (reciclaje cultural podríamos llamarle), pero por otro lado cómo, mediante no sé cuáles mecanismos (léase Google y sus algoritmos), el tráfico, que originalmente se dirigía a mi sitio, ahora se dirige a otros. Es fabuloso (seamos sinceros, seguramente esos sitios tienen más que ofrecer para los que buscan “besos” que lo que puede ofrecer este blog pseudo-académico). Y la historia podría escribirse en clave de economía política en donde, ante los procesos de copia y uso de objetos digitales, en tiempos de Google, la presencia y el “éxito”, se van trasladando con la renovación de dichos objetos. Interesante porque por otro lado, ultimamente he leído muchas historias de cómo personas están utilizando fotos de Flickr (tomadas por otros) para hacer negocios, por aquí hay una pista sobre la reproducción de la “obra de arte” en la era digital.