Parece haber un creciente interés en los (ahora llamados) selfies: Colegas y amigas (curiosamente todas mujeres) han abierto un grupo de Facebook para crear una red de estudios sobre los selfies (y están preparando un número especial en un journal), Lev Manovich acaba de lanzar (con una cobertura mediática envidiable) su proyecto selfiecity. Daniel Miller, uno de los antropólogos más renombrados en el estudio de internet ahora está interesado en ellos. Es decir, el mainstream de la academia se ha dado cuenta de que hay un campo de estudios emergente. Esto coincide con el impulso que le dio al concepto el haber sido la palabra del año (2013) para el renombrado Diccionario Oxford.
Yo hace años que vengo estudiando y escribiendo sobre lo que para mi era la “práctica paradigmática de la fotografía digital”. Pero no soy, ni de lejos, pionero en ello. Si he de situar el inicio de la reflexión diría que fueron los escandinavos o los japoneses quienes comenzaron a pensar sobre esta práctica fotográfica y esto no es casual, en Japón se introdujo el primer teléfono con cámara y los escandinavos fueron early-adopters, en su momento de los MMS.
Bien es cierto que no había un concepto concreto que nombrara la práctica digital y todos los que escribimos al respecto, antes del boom del término, utilizábamos el tradicional “autorretrato” y sobre autorretratos hay una cantidad de literatura que no podríamos leer en una sola vida (si se piensa que el autorretrato era una práctica artística desde siempre). Hay diferencias, por supuesto, la extensión, la cantidad, la inmediatez, la espontaneidad, su uso comunicativo y no sólo representacional, su carácter performativo, su combinación con movilidades, conectividades y reflexividades, etc. De todo ello hablo en un capítulo de mi libro y en varios artículos que he escrito con colegas. Mi crítica (por no decir queja) en este momento se sitúa en el vértice de dos vectores: Continue reading “Sobre esa práctica llamada Selfie”