Ayer me topé con un textito del Lev Manovich titulado: “An arqueology of the screen” (y coincidentemente, por la noche, el buen amigo Jaques, de paso por Barcelona y con unas birras de mediadoras, me contó que lo conoció en NY y que es un tío muy majo). Es un texto viejito, muy sencillo y poco profundo pero muy interesante, en él plantea una “arqueología de la pantalla” (este tipo de análisis cada vez me interesan más). Parte diciendo que “podríamos debatir si nuestra sociedad es una sociedad del espectáculo o de la simulación (en franca alusión a Debord y Baudrillard), pero, sin duda, la nuestra es una sociedad de la pantalla” (p.124). Y va construyendo una reflexión sobre cómo la pantalla (y por pantalla entiende desde la pintura hasta el cine y la de la computadora), es capaz de generar un “espacio virtual”: “otro espacio tridimensional enmarcado por un cuadro y situado dentro de nuestro espacio normal” (p. 125). A este tipo de pantallas les llama “clásicas”. De ahí pasa a hablar de cómo la pantalla del radar fue la primera pantalla en la que se mostraban imágenes en tiempo real (y me hizo pensar en la tendencia tecnológica actual en donde la misma pantalla es también la interfaz, el ejemplo paradigmático actual sería el iphone).
Pero después, elabora, la misma “historia” pero cambiando la perspectiva y relacionando la pantalla con el cuerpo, en donde apunta que, por ejemplo el cine, para su completa inmersión, requiere inmovilizar al cuerpo (y en ese sentido, como en el post anterior, relaciona este hecho con el control penitenciario). Esto, continua, se rompe con la llegada de los sistemas de Realidad Virtual en donde el cuerpo, se convierte en agente activo con relación a la pantalla y su contenido.
Ahora bien, pensando en la fotografía, relaciono la propuesta del texto con el hecho de que, a diferencia de la fotografía analógica, la fotografía digital no sólo depende de la pantalla (ya sea de la que tiene la cámara o el móvil sino la del ordenador), sino que ésta pantalla es una que varía considerablemente de otras: si bien es un “recorte de la realidad”, también es una interpretación en tiempo real de ella y, a la vez, un elemento básico para comprender las prácticas de fotografía actuales en donde, después de disparar, siempre hay alguien que dice: “déjame ver cómo salió y si no me gusta, la borras y tomas otra”.
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