Sobre el fin del mundo y tres obras

Este será un post más personal y menos “académico”, más propio de mi antiguo blog que del actual. Algunas veces uno tiene que escribir cosas así.

Da la casualidad que en 24 horas terminé de leer Reportajes de Joe Sacco (sin duda el mejor reportero “gráfico” que existe actualmente en el mundo, aquí una probadita del libro), retomé y leí un par de capítulos de Eating Animals de Jonathan Safran Foer y vi la película 4:44 de Abel Ferrara. Aunque aparentemente no tienen nada en común, lo cierto es que las tres obras ponen de manifiesto una crítica a la condición humana, un llamado de atención y, de alguna forma, un acento pesimistamente informado sobre nuestro destino (ya se sabe, los pesimistas son optimistas bien informados). Continue reading “Sobre el fin del mundo y tres obras”

Sobre Balzac y la vida en las fotografías

En un texto elaborado por Felix Nadar, éste reflexionaba sobre la “teoría de los espectros” de Balzac, cito textualmente (mi traducción):

De acuerdo con la teoría de Balzac, todos los cuerpos físicos están hechos completamente de capas de imágenes fantasmagóricas, un número infinito de pieles como hojas que se encuentran una sobre la otra. Dado que Balzac creía que el hombre (sic) era incapaz de hacer algo material de una aparición, de algo impalpable, es decir, crear algo de la nada, él concluía que cada vez que le hacen una fotografía a alguien, uno de las capas era removida del cuerpo y transferida a la fotografía. Exposiciones repetidas traían como consecuencia la inevitable pérdida de las subsecuentes capas fantasmales, esto es, la misma esencia de la vida.

Me llamó la atención y lo lanzo en forma de reflexión metafísica porque en tiempos de facebook e instagram, pareciera que lo que sucede es precisamente  lo contrario. La vida “digital” parece requerir un transvase continuo de estas “imágenes fantasmales”, de la vida cotidiana, a las plataformas donde se ponen en juego las subjetividades. He visto perfiles de Facebook con más de mil imágenes en la que aparece el dueño o dueña del perfil. De hecho, estos perfiles en los que se ve un mayor movimiento, son los que parecen más “vivos”. Quizá Balzac tuviera razón a medias y no es que con las imágenes se pierda la esencia de la vida sino que actualmente, a través de ellas, es como se puede transferir la vida a Internet.

Fábula de una cámara encontrada en Navidad

En estas vacaciones, tirada debajo de los asientos de la pequeña sala de proyección de un museo, encontramos una cámara fotográfica. Aunque el primer pensamiento es el de que en cualquier momento llegará el dueño, o la dueña, buscándola desesperadamente, al no suceder, el segundo pensamiento es el de devolverla. El tercer pensamiento sin embargo, más siniestro pero interesantemente humano, es el de pensar que es preferible que quede en manos de un enamorado practicante de la fotografía que en las de un guardia de seguridad que no le dará el uso adecuado. Debatiéndome entre el lado oscuro del pensamiento y la corrección política de lo cívico, decidí mirar las fotos, en una búsqueda poco leal de pistas sobre la naturaleza de quien había poseído, hasta que la dejó ahí, desvalida, la cámara. En mis adentros, con cierto patetismo, pensé: “si aparece un tío con cara de skin head y rodeado de cruces gamadas o una mansión llena de autos lujosos, la cámara quedará en buen resguardo de un uso ideológico peligroso o de alguien que no la valorará como es debido”. Sin embargo, para mi sorpresa, me encontré cientos (literalmente) de fotos de una familia normal, casi podría decirse de cualquier familia. Una mamá, un papá, y dos hijos pequeños, recorriendo un camino rural en bicicleta, saludando alegremente a la cámara, un árbol de navidad con regalos, una casa bonita pero nada suntuosa, el papá posando tímidamente con un monumento de fondo. Las fotografías que encontré, y aquí inicia mi reflexión, seguramente valían más, para esa familia, que la cámara misma que se puede comprar, con un poco (bueno, no tan poco, era una cámara buena) de dinero , en cualquier local. Sobra decir que regresé la cámara a las oficinas esperando y deseando que la familia, legítima dueña, no estuviera también de paso por la ciudad y pudiera recuperar sus recuerdos de esa navidad (porque podría apostar lo que fuera a que no habían descargado las fotos de la cámara desde hacía meses).

Ahora bien, dos reflexiones son las que subrayo para trabajar: Continue reading “Fábula de una cámara encontrada en Navidad”

Sobre la fotografía (como representación, como alma)

Hace poco vi el documental “La ciudad de los fotógrafos” (los chilenos y chilenas están haciendo muchos y buenos documentales). Una de las secuencias que más hondo me llegó es una en la que una mujer muestra la única foto de familia que tiene, la única. La foto es casi un acto fortuito porque ella cuenta que se la regaló un fotógrafo que pasó por ahí algún día. Esa foto es la única forma de “ver” a su familia en la que hay desaparecidos. Mientras que, en el mismo documental, aparece una mujer llena de imágenes, unas colgadas a su ropa, otras sostenidas en sus manos y unas más alrededor, como abrazándola.
El otro día, estuve en la inauguración de la exposición de Gervasio Sánchez: Desaparecidos. Un brutal paseo por la (des)esperanza de lo humano y lo terrible de los conflictos armados “sucios” (¿hay de otros?) en el mundo. Más allá de la exposición (estupendamente armada), o las fotografías (increíbles y duras), la sección que más me afectó fue la última de la exposición, esas fotografías en formato grande que muestran a personas de distintos países posando para la cámara con la foto de su familiar desaparecido. Pero de entre ellas, las más duras de ver fueron aquellas en las que aparecen personas sin fotos. Es terrible ver una foto estupendamente hecha y ampliada a tamaño natural de alguien que a su vez no tiene una sola imagen que mostrar. Resulta tan conmovedor como terrible el ver una hermosa foto de alguien que ha sido despojado (y ni siquiera entramos en cómo sucedió), no sólo de una persona querida, sino de la posibilidad de “ver” el recuerdo de dicha persona. Da cierta vergüenza ser nosotros quienes podemos verlas a ellas (incluso comprar un libro para mirarlo en casa) mientras que ellas no tienen a quien ver.
Bien es cierto que la tecnología fotográfica está más o menos presente en todo el mundo (son por demás curiosos, pero habituales, los estudios de fotografía en África o América) pero a veces olvido que la fotografía, esa que se cuenta por billones en facebook y flickr, no está al alcance de todo el mundo y ha tenido cambios históricos. Esto me detona dos reflexiones (que son más pensamientos “en blog alta”):
1. Por un lado está la cuestión, ampliamente estudiada por la antropología, del poder de representación. Necesito reflexionar más sobre lo poderosa que es una tecnología de representación como la cámara fotográfica y lo que significa que, mientras que una mujer guatemalteca no tenga una sola fotografía de su marido desaparecido, haya personas en facebook con cientos de imágenes, no hechas por ellos, en las que aparecen. ¿Significa acaso que, como en casi todo, existe una cultura visual de primer mundo y otra de tercero? ¿Qué implicaciones tiene esto? No es sólo la vieja cuestión setentera del Pato Donald de Mattelard (que también, obviamente la mayoría de imágenes que hay de África en flickr están hechas por turistas o europeos), sino la profunda transformación social de la fotografía, lo que está en juego.
2. Hace poco leí el texto, de un coreano, en el que se criticaba la idea de la fotografía (objeto), como representación. Utilizando los rituales funerarios coreanos, el autor (de)mostraba cómo la imagen se transformaba durante la ceremonia. En la tradición funeraria coreana, la muerte implica la separación del cuerpo con el alma. La fotografía que suele ponerse en el funeral no es tanto la representación de la persona-cuerpo (que se encuentra escondida detrás de una mampara), sino que la connotación de la fotografía es de presencia-ausencia (el cuerpo está ausente, el alma presente). El alma (separada del cuerpo) está presente a través de la fotografía. El artículo es por demás interesante pero lo expuesto aquí es suficiente para explicar mi congoja ante esas mujeres y hombres que posaban para la cámara sin una fotografía, sin el “alma”de sus seres queridos presente, sin una imagen que les recordara que había habido un espíritu al que habían amado y que querían dejar ir al encontrar al menos el cuerpo. En lugar de eso, tenían sus recuerdos, escribían lo que era la persona. La fotografía no es sólo representación, es algo mucho más poderoso, aunque nosotros las veamos estéticamente colgadas en un bonito museo.

 

Breve nota sobre la “Iphoneografía”

Junto con Eric Meyer escribimos un texto que está siendo evaluando para su publicación. En dicho texto, hablamos del iPhone con relación a la trayectoria histórica de la producción fotográfica. Creo que lo retomaré en otra aproximación más “Bourdieuana” de cómo las prácticas fotográficas que utilizan al iPhone están conformando un nuevo subcampo fotográfico, el llamado “Iphoneografía”. Aquí una entrevista para el programa “Inquietos” a uno de sus principales promotores: Sion Fullana (que no sabía que era español). Y como es sólo una nota, pues pongo una foto para ilustrar el post.

After the rain

 

Notas para la construcción de una sociología de la fotografía digital

Todo comenzó cuando leí esta nota en El Periódico. Decidí visitar la puesta en escena en la galería àngels y hasta comprar lo que podría denominarse el catálogo de la exposición. Me encontraba  justamente escribiendo el capítulo metodológico de mi tesis (en el que discuto las implicaciones éticas del uso de imágenes) así que no pude más que preguntarme ciertas cosas. Ya se han adelantado algunas reflexiones expuestas en el blog de Elisenda Ardèvol. Curiosamente, alguien “meneó” la noticia y se montó un improvisado debate. Las reflexiones que expongo a continuación son una segunda parte de ese diálogo (imaginario) con el Sr. Fontcuberta pero, sobre todo, el mío con mi objeto de estudio que son las prácticas de fotografía digital.

Sobre la fotografía digital.

A estas alturas resulta reiterativo señalar que las prácticas que utilizan la fotografía digital, además de cumplir con las mismas funciones de la fotografía analógica (argentaria le llamaría Fontcuberta), abren toda una nueva serie de posibilidades en donde los objetos, tiempos, formas y usos de la fotografía han cambiado (cfr. Okabe & Ito, 2003; Manovich, 2003). Incluso, propone el mismo Fontcuberta (2010), cabría preguntarse si seguirla llamando fotografía no es contraproducente. Continue reading “Notas para la construcción de una sociología de la fotografía digital”

About photography materiality and online/offline liminality

I just came back from the EASA conference in Maynooth, Ireland. Along with Elisenda Ardèvol, we presented our theoretical framework (practice theory) and my research on digital photography practices at the workshop: “The Rewards of Media“, organized by John Postill and Philipp Budka. So far, so good. Interestingly, the best came once the conference was over (not only for the wonderful night with friends at the Market Place, the surprises and then the great pub discussion about the relationship between Catholicism and cultural common features, Thanks Paco!), but because I was able to see and talk with some photographers at the “Peoples Photography Ireland“, a public exhibition of camera club photographers.

Although in my work I haven’t been able to work directly with institutionalized amateur photographers (since actually, what I propose in my dissertation is that flickr is becoming one mayor bridge between photography institutions and a wide range or photographers, from snapshotters to amateurs and professionals), it was very interesting for me to see them in action. I was expecting to find some “Dublin flickr group” exhibiting but it seems that only “old fashion” clubs were participating. Of all the thoughts that came to my mind, there’s one I want to make here.
We have been discussing for ages the problematic relationship between the concepts of online and offline in the Internet Studies. But what was very interesting for me watching the exhibition, was to see how digital (sometimes online) practices had intermingled, in a playful way, with the material and physical exhibition, materiality that, by the way, permeated some of the characteristics of online photo platforms (galleries in flickr, face”book”, etc.).  I’ll show some examples of it with few comments. Continue reading “About photography materiality and online/offline liminality”

El tesista “en la Tele”

Cuando era niño, tuve mis 3 o 4 segundos de fama cuando, quizá por un error de producción, el yo que era en ese entonces apareció en un  tremendo close-up en el programa de Bozo, eran los setenta, era la televisión. Muchos años han pasado desde entonces y las canas me colonizan cada vez más. Vivimos tiempos 2.0,  y subiendo, y ahora esto de salir en televisión ya no es tan “cool” como aparecer en los rankings de Youtube.

Pues bien, gracias a la inefable confianza, y “extreme marketing”, del buen compa Fernando, conocí a Cristina, quien encarna (la palabra en español es horrible en realidad) como nadie que haya conocido, lo que es una productora de cultura del Siglo XXI (así en sentido extenso). Gracias a esa carambola dospuntocerezca amistosa, acabé teniendo mis 6:02 segundos de fama (contando la cortinilla). Si atentemos a Warhol, todavía me quedan otros 8:58 que espero tener la oportunidad de tener algún día. Por lo pronto, gracias a Cristina, al equipo de la Malla y a Fernando por darme la oportunidad de “salir en la televisión” 😉

Edgar en la Malla

P.D. WordPress no me deja incrustrar el video y eso quizá signifique que ya tendría que comprarme mi propio dominio. En cualquier caso, es más divertido que lo vean “in situ”.

El poder de la imagen

La semana pasada estuve en un congreso sobre métodos (de investigación) visuales. La charla inaugural estuvo a cargo de Claudia Mitchell. Ella habló de su trabajo en África y cómo, con algunos ejemplos de campo, las imágenes hechas por jóvenes, habían logrado “transformar” algunos de los graves problemas de su cotidianeidad (la falta de seguridad en los baños escolares, la violencia sexual contra las mujeres, etc.) al ser vistas por las autoridades que tomaban decisiones. Otra de las cuestiones ampliamente discutidas en el evento fue la ética de la investigación con imágenes; el derecho a la privacidad de los informantes, la responsabilidad que tenemos, como investigadores e investigadoras, de salvaguardar su integridad, etc.

Justo al final de la semana, recibo tres o cuatro correos preguntándome “si había visto el video del metro”. Preocupado por no entender de qué hablaban, busqué lo que había pasado en la famosa estación de Balderas (de la que cantaba Rockdrigo), vi el video de principio a fin y el horror iba creciendo en mi mientras la cámara se mantenía impasible, inmóvil, frío testigo, ventana del drama.

Mientras que por un lado se discute ampliamente la postfotografía, la muerte de la función indexical de la imagen y la imposibilidad de su uso para la (re)presentación de la realidad, por otro lado, las cámaras de videovigilancia van creando una memoria de lo cotidiano (de sus muchos horrores y sus pequeños placeres): el video de la chica ecuatoriana golpeada por un estúpido en un tren en Madrid, este otro grabado en el DF, una golpiza en Alemania. En fin, una larga lista de “éxitos de youtube”. Una colega que vive en Nueva York me contaba que muchas tiendas están colgando en la pared las fotografías de personas robando, extraídas de los videos de vigilancia, en una especie de “galería pública del desagravio”. Si todas las imágenes de las CCTV pudieran estudiarse, los que hacemos investigación visual quizá tendríamos otra visión del mundo.

Si bien es cierto que los medios tienen (o al menos dicen que tienen) códigos deontológicos, la verdad es que mostrar escenas de cámaras de “seguridad” en la pantalla del televisor o el monitor de tu propio ordenador es como darte una dosis de terror sin anestesia alguna y en cantidades industriales. Una imagen RAW de la realidad en alta resolución. Me pregunto ¿dónde queda la privacidad de la persona que es asesinada? Que su intento e intención haya sido heroica ¿basta para que sus hijos, sus nietos, sus amigos, su familia, tengan que retener en sus retinas y sus memorias estas imágenes para siempre? Estas imágenes nunca pasarían un comité de ética para presentarse públicamente en un congreso. Sin embargo, los medios las amplifican de una manera estruendosa y estremecedora, la combinación de videovigilancia y omnipresencia mediática nos habla de que la imagen, como índice, esa que estaba muerta, dista mucho de estarlo, en todo caso, ha sido apropiada por los poderes para su propia conveniencia. Ahora bien, me pregunto (y quiero pensar) el que hayamos visto estas imágenes, como sociedad ¿nos hará cambiar algo en nuestra vida cotidiana? Espero (por nuestro bien), que, como en los ejemplos con los que inicié; Sí.