Sobre la investigación visual y la antropología de los medios

(Dado que en el libro dejé fuera muchas reflexiones y pasajes que podrían resultar útiles para la discusión, los rescataré y pegaré por aquí por si a alguien le resultan de utilidad). Este fragmento es parte del primer capítulo metodológico).

La etnografía ha incorporado, no sin debates importantes, diversos instrumentos para la recolección de datos. Banks (2010) apunta la relación paralela entre la profesionalización de la antropología, la sociología y la fotografía al señalar que la fotografía: “por su aparente verosimilitud, se ligó rápidamente a varios proyectos sociológicos y gubernamentales diseñados para objetivar y, en ocasiones cuantificar, las diferencias entre las personas individuales y entre grupos de personas (p. 43).

La cámara, desde sus inicios, primero la fotográfica y después las de cine-video, ha sido utilizada para la generación de conocimientos socioantropológicos, no sin un constante debate sobre dicha utilización (Becker, 1974; Edwards, 1992). En Antropología se ha generado incluso una subdisciplina[1], la Antropología Visual[2] que, como área de conocimiento: “explora la imagen y su lugar en la producción y transmisión de conocimiento sobre los procesos sociales y culturales, a la vez que intenta desarrollar teorías que aborden la creación de imágenes como parte del estudio de la cultura” (Ardèvol, 2006, p. 23).

Si bien este trabajo no se sitúa propiamente en la tradición de la antropología o la sociología visual, es innegable la importancia del análisis de lo visual en el objeto de estudio con el que se está trabajando. En ese sentido, mi investigación no es tanto una “etnografía visual” (cfr. Woodley-Baker, 2009; Pink, 2007), como una etnografía que tiene, como dos de sus componentes esenciales, lo visual y la mediación tecnológica. No sólo como parte del objeto de estudio sino como elemento metodológico esencial para su análisis. En consonancia con lo planteado por Pole (2004):

Al considerar el lugar de lo visual en los métodos de investigación puede ser útil el considerar dos aspectos diferentes del rol de la imagen. Estos son la significancia de la imagen en la vida de las personas y la forma en la que el investigador usa e interactúa con la imagen visual para comprender esa significancia  (p. 4).

Siguiendo a Ardèvol (2006), se puede decir que la imagen ha servido: como instrumento metodológico de la etnografía, como texto y como objeto de estudio.

La imagen como instrumento metodológico

El uso de las imágenes como instrumento metodológico de la etnografía ha resultado una herramienta de gran utilidad y hay numerosos volúmenes que dan cuenta de ello (Ardèvol, 2006; Pink, 2007; Pole, 2004; Prosser, 1998). Existen tres formas básicas en relación a la producción de las imágenes: Por un lado están las imágenes producidas por el etnógrafo-fotógrafo (Collier & Collier, 1986; Jacknis, 1998); en segundo aquellas imágenes vernáculas que se utilizan como registros cotidianos de la vida de las personas, representaciones de su forma de vida y, por lo tanto, se utilizan como datos que pueden dar luz sobre alguna categoría determinada (cfr. Gardner, 1991; Chalfen, 1987). Y, finalmente, las imágenes de investigación “participativa”, es decir, aquellas que se generan en conjunto, entre los investigadores y sus informantes (Worth, Adair, & Chalfen, 1972). Algunas de las cuales se enmarcan en una aproximación de la antropología para el desarrollo (cfr. Ardèvol, 2006). En todos estos casos, la imagen fotográfica es vista y utilizada como representación.

Por otro lado, una de las técnicas de investigación más utilizadas en relación a las imágenes, independientemente de quién las produzca, es la llamada foto-elicitación que se basa en la “simple idea de insertar una fotografía en una entrevista de investigación” (Harper, 2002, p.13), es decir, en utilizarla como un detonante de la memoria, como una generadora de contexto o incluso como una forma de conectar con la persona entrevistada, a partir de la conexión con la memoria y los contextos que presenta la imagen. Los que utilizan la foto-elicitación afirman que la entrevista puede enriquecerse, aunque, como señala Banks: “La obtención de datos a partir de las fotografías es un método sencillo de comprender, pero bastante más difícil de utilizar” (2010, p. 93). La forma de utilización de las mismas dependerá de las preguntas de investigación y se ha utilizado para estudios tan dispares como uno sobre consumo (Croghan, Griffin, Hunter y Phoenix, 2008) y otro sobre religión (Vassenden y Andersson, 2010). Más adelante la utilizaré para hablar de mi propio trabajo.

 

La imagen como texto

Las imágenes, por su poder de representar, pueden ser entendidas como texto y ser analizadas como tal. Esta es quizá la forma más habitual de uso de la imagen en la investigación social. Vale la pena destacar por ejemplo a los Estudios Culturales (Hall, 1997; Evans & Hall, 1999) y el análisis de contenido visual (Ball & Smith, 1992) como dos grandes fuentes de estudios que usan la imagen como texto. Como vimos en los capítulos anteriores, aunque se toma en consideración constante, esta investigación no está centrada en lo que las imágenes fotográficas muestran, sino en cómo se usan y cómo adquieren significados a partir de la práctica de ser construidas y distribuidas.

La imagen como objeto de estudio        

Además del estudio de la imagen como representación, la fotografía también ha sido el objeto, en el sentido más literal, de diversos estudios sociales. Algunas de estas investigaciones han sido etnográficas, especialmente aquellas elaboradas desde la aproximación de la cultura material (Edwards 2002; Edwards & Hart, 2004; Miller, 2008). Este entendimiento de la imagen resulta clave para mi investigación ya que: “la atención prestada a la materialidad de la imagen visual y a la materialidad de su contexto puede servir para iluminar la textura distintiva  de las relaciones sociales en las que realiza su trabajo” (Banks, 2010, p. 77). Esto implica necesariamente atender a la significación cambiante de la fotografía dependiendo de sus contextos de uso (Lister & Wells, 2001) y de su condición de objeto (Buse, 2010).

Otra aproximación al análisis de la imagen fotográfica es el que se centra en su papel como objeto de conocimiento (Latour, 1990; Edwards, 1998; de Rijcke & Beaulieu, en prensa), o como documento de archivo (Sekula, 1986). Sobre esta última, Schwartz afirma:

Las fotografías son documentos creados por un deseo, con un propósito, para difundir un mensaje a una audiencia. Para entenderlas como el producto de acciones y transacciones, ya sean burocráticas o socioculturales, debemos regresarlas a la acción de la que participaban. Es su contexto funcional el que transforma a las imágenes en documentos de archivo (1995, p. 42).

Lo importante de recalcar sobre estos estudios es que proponen un análisis sobre la fotografía como objeto material, como interfaz y como inscripción, es decir, van más allá de la representación de la imagen que aparece en la fotografía. Estas aproximaciones son fundamentales para entender el uso de las imágenes en esta investigación.

 

La investigación etnográfica visual sobre la imagen digital.

Si bien, como acabamos de mostrar en las secciones anteriores, no en todas las investigaciones se había analizado a la fotografía como representación sino que se estudiaba como documento lo que: “involucra cambiar el énfasis del contenido de la imagen a los contextos materiales de creación, uso y preservación” (Sassoon, 2004, p. 202). El estudio de la imagen en red requiere desarrollar una metodología que de cuenta de estos procesos y cómo se dan a través de plataformas de mediación y conexiones digitales. Esa es una de las propuestas de esta investigación que desarrollaré en el capítulo siguiente.

Dado que los contextos de producción y uso de imágenes digitales parecen haber cambiado con respecto a la fotografía analógica, algunos de los enfoques de trabajos anteriores parecieran no adecuarse a sus características y por lo tanto no servir para explicar las prácticas fotográficas recientes. Chalfen (1987), por poner un ejemplo, sobre el trabajo de campo sobre fotografía, sugería fotocopiar los álbumes de los informantes para poder trabajarlos como datos. En mi caso, esto pierde todo sentido porque es justo el contexto de su uso un elemento central de este estudio. De esta forma, aunado al hecho de que en los formatos digitales no se puede discernir entre original y copia, tanto en el contexto de uso como en el contexto de investigación, cobra mayor relevancia la práctica específica de uso y no el contenido de la imagen.

En ese sentido, dado que la fotografía digital tiene características y usos distintos que la fotografía analógica, propongo en mi análisis estudiar a la imagen en red en contextos más amplios de agencia y conexiones más que como representación. Para ello, es necesario situar a la imagen como un elemento más de una práctica que se compone de muchos más elementos interconectados, cuestión que abordaré al final de este capítulo.

Aunque sitios como Flickr pueden ser vistos (y utilizados) como grandes repositorios de imágenes[3] para alimentar estudios sobre diversos fenómenos, estos estudios basarán su análisis en la representación de las imágenes. Por ejemplo, Davies (2007), genera su análisis sobre la identidad en Internet analizando las fotografías marcadas con ciertos tags. Aunque su uso de las imágenes es claramente representacional ya que sólo elabora un análisis de contenido de las fotos. En contraste, un trabajo sobre las prácticas de producción de la imagen en red tomaría en consideración que no todo el mundo utiliza la función de las etiquetas (tags), o no la utiliza de igual manera. Por ello, un estudio desde la imagen en red, más que encontrar en Flickr una base de datos visual enorme y representativa, establecería relaciones con base en una práctica (la de usar, o no, etiquetas) que no es homogénea entre los usuarios de la plataforma. En ese sentido, estudiar las prácticas fotográficas en red de manera etnográfica puede dar cuenta de los matices que existen, tanto en la producción como en el uso y entendimiento de dichas imágenes.

Aunque un estudio etnográfico tome en cuenta apenas un pequeño grupo y no genere las estadísticas tan abundantes y extensas como en el caso del citado Davies, considero que puede resultar útil para conocer los matices y profundidad de las prácticas de fotografía en red. Por decirlo de otra manera, en mi trabajo no me interesan las representaciones que se pueden encontrar en Flickr sino las prácticas de fotografía digital en y a través de Flickr.

Sin embargo, hay propuestas que surgen de las mismas prácticas de las personas y que sí podrían ser interesantes de estudiar como representaciones. Por poner un ejemplo, el grupo de Flickr titulado “what´s on your bag” (qué hay en tu bolsa) de Flickr”[4]. En él hay más de once mil fotografías de bolsas con su contenido desplegado. Si bien es sólo un juego abierto entre participantes de Flickr, bien podría ser una rica mina de datos visuales sobre la cultura material, la movilidad, el género, etcétera. Pero esta propuesta descontextualizada de las interacciones sociales que acompañan la producción de estas representaciones no es suficiente si lo que se pretende es la descripción y comprensión de la fotografía digital como práctica cultural.

Un trabajo que sí presenta una interesante experiencia en el uso de tecnologías digitales y la imagen para la investigación social es llevado a cabo por Paolo Parmeggiani[5] sobre negociación, consumo y representación del espacio en Venecia. El autor combina el geotagging y la fotografía para analizar las trayectorias de los turistas por la ciudad, atendiendo a las posibilidades de la imagen en red, ya que toma a las imágenes como “inscripciones” de la mirada turística mediante las cuales se pueden analizar elementos clásicos para el estudio sociológico, como la movilidad, la clase social, el capital cultural, etc. Este es un claro ejemplo del desarrollo de nuevos métodos de investigación que incorporan las tecnologías digitales y sus posibilidades para el análisis sociológico.

Para concluir, aunque en el siguiente capítulo explicaré con detenimiento el uso de las imágenes en mi investigación, retomo a Tinkler (2008) quien distingue tres aproximaciones metodológicas al estudio de la juventud y la fotografía: los “foto-métodos”, es decir, estudios en los cuales se les dan cámaras a los jóvenes para que graben aspectos de su existencia o estudios en donde sus fotos se usan para entrevistas con fotoelicitación (p. 256). La segunda aproximación sería el “foto-hacer” cuya preocupación no son los jóvenes en sí mismos sino en los jóvenes como fotógrafos y fotógrafas. La tercera aproximación que propone es la de las “culturas de las tecnologías fotográficas”, que estudiaría las “respuestas culturales de los jóvenes a las tecnologías fotográficas” (p. 256). Si bien su preocupación tiene que ver con la juventud, su clasificación puede ser útil para entender cómo se ha utilizado la imagen en esta investigación: como representación, como práctica cultural y como elemento formador de culturas. Y si bien ella apunta que:

Cada una de estas tres aproximaciones tiene un foco distintivo: descubrir y entender las vidas de los jóvenes usando métodos fotográficos; documentar y explicar cómo los jóvenes producen fotografías; explorar las respuestas culturales de los jóvenes a las tecnologías fotográficas. Los estudios individuales usualmente están dominados por una sola aproximación. Las tres aproximaciones juntas contribuyen al entendimiento de las prácticas fotográficas de los jóvenes, pero esos entendimientos son parciales y fragmentarios (p. 256)

En el caso de esta investigación, he intentado subsanar esta división combinando elementos de análisis de las tres para intentar obtener una perspectiva más holística.

Cómo citar esta entrada:

Gómez Cruz, E. (2012, Agosto, 1). Sobre la investigación visual y la antropología de los medios [Blog post]. Extraido de https://imagenaciones.com/2012/08/01/sobre-la-investigacion-visual-y-la-antropologia-de-los-medios/


[1] Aunque se está gestando también la subdisciplina de sociología visual, esta tiene menos tiempo y por lo tanto reflexión sobre su quehacer. Además que dialoga y se nutre mucho de la antropología visual.

[2] En tiempos recientes, una de sus exponentes principales, Sarah Pink propone que no sólo sea una antropología visual sino de los sentidos (cfr. Pink, 2006).

[3] Hay que tomar en cuenta que, aunque Flickr presente un acceso potencial a millones de imágenes, hay cuestiones éticas que tienen que tomarse en cuenta y de las cuales se hablará más adelante.

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