¿Las fotografías que uno tiene en el móvil son públicas o privadas? Una cosa más o menos clara (repito subrayando: más o menos) es el lugar donde se tomó la fotografía, casi todos podríamos reconocer que una habitación de una casa es privada mientras que una plaza abierta es pública. De acuerdo, (y parece que me repito pero repito también que este blog muchas veces es un cuaderno de notas para reflexiones que voy construyendo) pero ¿existe un modelo o código de privacidad que nos remita o limite lo público y lo privado en los dispositivos digitales? Recapitulemos, especifiquemos y dejemos por lo pronto las plataformas de internet: ¿Mi teléfono móvil, y por ende lo que él contenga de objetos simbólicos (léase fotos, videos y sonidos), es público o es privado? Es decir, me pertenece y por lo tanto es como una carta (que en principio entiendo que va contra la ley abrir una que no está dirigida a ti). Bien, lo pregunto por lo siguiente, me encontré con la noticia de que un grupo de estudiantes de Utah (menores de edad) se tomaron fotografías desnudos y se las mandaron entre ellos. Algún padre que revisó el teléfono de su hijo encontró las fotos y se desató el escándalo (que por lo que dice la noticia podría acabar en el juzgado).
En otra noticia, a un exconvicto por ofensas sexuales que estaba siendo monitoreado por la policía se le prohibió tener un teléfono móvil porque en el suyo se le encontraron fotos pornográficas que involucraban a menores. Está claro que en ambas noticias la cuestión de la minoría de edad con relación a conductas sexuales es motivo de alarma pero…¿qué pasa cuando sucede entre adultos sin coerción y consentidamente? Esas imágenes, (iba a hacer la broma de si pagaban canon sexual), ¿son públicas o privadas? y si son privadas, ¿cualquiera que mirara nuestro móvil sin consentimiento estaría inflingiendo la ley? Es claro que nuevamente las tecnologías digitales y sus prácticas ponen en jaque a conceptos heredados de los estudios urbanos que no nos sirven más para explicar la compleja “urbe digital”
Amigo tesista,
No creo que este sea un caso de “las tecnologías digitales y sus prácticas ponen en jaque a conceptos”:
– Imagínate esas fotos en película, antes de revelar. ¿Son públicas o privadas?
– Imagínate esas fotos ya reveladas, en papel, dentro de un sobre en un cajón de tu casa. ¿Son públicas o privadas?
A mi entender no hay diferencia entre que sean digitales o en papel.
Por cierto, a mi entender, son privadas, y explorarlas por parte de terceros requeriría una orden de registro o unos poderes judiciales de antemano (el caso de las aduanas, etc.)
Si, estoy completamente de acuerdo con Ismael. El teléfono móvil es (legalmente) un dispositivo privado, igual que un disco duro o que cualquier dispositivo de almacenamiento. Podemos tomar como referencia todos los que pagan canon 😛
Pero luego… la percepción de el móvil, sobre todo entre los jóvenes es de un dispositivo muy privado. Es increíble escuchar a los chavales hablar sobre su móvil, es su referencia…. su memoria fotográfica, de SMS, de vivencias… y es muy dificil que un joven te deje un móvil para que lo cotillees!!!
Compa Ismael, puede que tengas razón aunque no lo tendría tan claro. Quizá la diferencia sea de “velocidad y alcance” (¿has visto cómo los teléfonos de la serie N de Nokia tienen en el menú una función de poner la foto en flickr? Yo tengo una cutrería de teléfono pero que el Mr. Garrido que tiene un N95 te lo cuente). Es decir, no me refiero tanto a la foto en sí como al dispositivo (en este caso el móvil) que es, al mismo tiempo, productor y distribuidor de imágenes. Seguramente en tiempos analógicos habría chavitos que se tomaran fotos y se las intercambiaran pero, ¿era tan fácil y común como ahora? A mi, a manera de hipótesis, me parece que no. Ahora, y conectando también con Fernando, parece que todos estamos de acuerdo en que el móvil es un dispositivo privado, Amparo (quien espero que aparezca en esta discusión) cuenta algunas cosas muy interesantes de la relación de las parejas y sus móviles. Por último, si los jóvenes tienen un “dispositivo de generación, almacenamiento y distribución de vivencias” (que en última instancia es un dispositivo de creación y mantenimiento de subjetividades, también señalado por Amparo), ¿qué papel tiene la fotografía en todo ello?
Lo de enviarse fotos de sus cuerpos desnudos, en la mayoría de los casos sin que aparezca la cara, también es una práctica relativamente común entre adolescentes británicos. El día en que se haga público que auizás aquí también esté pasando tendremos otro cuarto de hora mediático de pánico moral sobre los jóvenes. En cuanto a lo de la privacidad, bueno los límites entre público y privado se están fijando y renegociando continuamente, con distintas formulaciones sobre sus límites según grupos, tiempos, culturas, etc. Los dispositivos digitales y sus características también juegan en esa renegociación y redefinición. En cuanto a los móviles, los que nos dedicamos a investigar sus usos y prácticas hace ya un tiempo que vemos que frente a la concepción inicial y aún dominante en la industria de un dispositivo personal e individual, que acentuaría el carácter privádo de sus uso y contenido, se han ido desarrollando muchos usos colectivos y compartidos e intercambios sobre todo entre jóvenes, pero no sólo, que matizan esa formulación, no es que el móvil sea accesible a todos, no a los padres como en el ejmplo de Utah, pero si a los amigos, a la novia, y se tiene en cuenta esta accesibilidad a la hora de tomar decisiones sobre la personalización del aparato o sobre los contenidos que se guardan o se borran. El acceso al móvil, la transparencia de sus contenidos, se convierte también en una obligación en ciertas relaciones, como las relaciones de pareja (y ya no estamos hablando sólo de adolescentes)o de amistad entre los más jóvenes. En este caso, los usos y acceso al móvil nos hablan de hasta donde llega la privacidad individual en ciertas relaciones íntimas. Y así por ejemplo nuestro estudio piloto en Madrid, u otros realizados en Francia mostrarían que en el caso de las parejas de jóvenes (18-30) la privacidad no tiene cabida en dicha relación porque se interpreta como un signo de ocultación o doble vida. Algo que subyace también a toas esas prácticas de espionaje en las relaciones padres-hijos, como las del ejemplo que das.
Cambiemos de espacio, no de dónde se han tomado sino de dónde se observan:
¿Y si te encuentras un móvil olvidado en un asiento del autobús? ¿Por qué fisgar sus fotografías es más “ilegal” y “moralmente reprobable” que si te encuentras el sobre de las fotos que antes estaban en el cajón? Vale, el sobre parece más íntimo (más asociado a la correspondencia y el estatuto jurídico que la avala) pero ¿y si lo cambiamos por un álbum clásico?
Voilà! apareció Amparo y trajo con ella montón de cosas interesantes (como siempre), gracias. Con lo que me quedo es con lo de la renegociación constante de lo público y lo privado (¿a lo mejor por ahí podríamos enfocar nuestro paper no?). Una tesis sobre la construcción social de lo público y lo privado sería interesante, yo tomaré sólo algunas cosas de ello.
(Aquí viene la anécdota respondiendo a Tiscar) Hace un par de meses, un día que salimos por la noche, nos encontramos en el basurero de la esquina una caja llena de fotos. Muchas de ellas eran polaroids y otras tantas en papel, por la ropa y el contexto, parecían tomadas en los 70s o así. Las estuvimos ojeando con cierto morbo y al final decidimos quedarnos con 3 fotos (que tenemos colgadas en el “wiki” del piso) ¿Por qué? no lo sé pero tenemos colgadas en nuestra pared la foto de 3 personas que no conocemos absolutamente de nada. En estricto sentido es casi como encontrarte un móvil y mandarte una de las fotos a tu correo electrónico o a tu propio móvil, en ese sentido no representa nada nuevo, pero insisto, es el potencial, la movilidad, la instantaneidad, la reproductibilidad, la conexión a la red lo que me interesa del dispositivo y por ende de la práctica.
:jajajaja lo que planteas ya tiene nombre… garbology
ciao!
😛 qué buena palabra, ¿la traducción sería basurología?
http://www.elpais.com/articulo/gente/fotos/perdidas/Penelope/elpepugen/20080120elpepuage_2/Tes
Eo! muy interesante esta linea de debate! La lectura del post me ha sugerido en primer lugar la respuesta instantánea de “no tengo ni idea!”… luego he matizado y me he dicho a mi misma…. bueno, las fotos de los móviles son personales! Lo que sucede en los casos presentados a mi entender va más allá de la cuestión de qué son las fotos, sino qué prácticas se asocian a ellas y la moralidad de esas prácticas, sean públicas o privadas. En el caso del convicto, si las fotos personales son de menores e implican prácticas pornográficas, pues esa práctica está penalizada, aunque haga las fotos en tu casa. La cuestión está si a ese convicto no se le permite tener una cámara de fotos, o se sospecha que puede pasar esas fotos a través del bluetooth… en la prision ya se sabe que te censuran las cartas… y se ve que también los móviles…. es la extensión de una pràctica de censura a un dispositivo de comunicación nuevo.
Creo que en el caso de los menores de Utah… se trata de prácticas de vigilancia y control parentales, cosa que me parece hasta cierto punto razonable, y quien me critique, que tenga hijos y me lo cuente luego!, que yo sepa Focault no los tuvo, así que no cuenta. Otra cuestión es que la moral de los padres nos parezca indecente o ridícula. Y otra cosa es que tal cosa sea noticiable. En todo caso, lo noticiable no es la práctica “en sí” de los críos, que siempre andan jugado a explorar su cuerpo y a medicos y a todas esas cosas, sino como se visibiliza y se objetualiza esas prácticas a partir de incorporar los teléfonos móviles a sus juegos.
La relación entre disciplinamiento y dispositivos es muy clara en Foucault (que no solo no tuvo hijos sino que en cuestiones morales tampoco era un ejemplo por las noches parisinas), habría que explorar más esa conexión entre las TIC y los regimenes disciplinares. Un tema sin duda interesante.