La cuestión de la escala es un elemento que me parece fundamental para pensarse en torno a la fotografía digital (si, después de unas semanas desvariando, vuelvo al tema que me congrega). Leyendo a Chalfen y a Bourdieu, queda claro que las posibilidades de incremento en varias escalas con la fotografía digital son importantes ¿cuáles? Por ejemplo, siguiendo específicamente a Chalfen y pensando en el usuario “estándar” (si es que eso existe):
Fotografía Analógica |
Fotografía Digital |
Producción de fotografías con relación a actividades específicas (fiestas, reuniones familiares, vacaciones, etc.) |
La producción parece incrementarse y pernear distintas esferas de la cotidianeidad que no estaban contempladas anteriormente (cosas curiosas |
Tiempo de contacto con la cámara (un contacto puntual y ritual) |
Un contacto ubicuo con la cámara, ya sea en los móviles o en la portabilidad continua de la cámara en todo momento |
Una cámara por familia |
Una cámara personal (y en algunas ocasiones más de una, por ejemplo una cámara digital y otra en el móvil) |
Exposición de las fotos normalmente en grupos pequeños con audiencias relacionadas con las fotografías (por ejemplo familiares o amigos de las personas fotografiadas) |
Una exposición que puede ser, personal (correo electrónico), grupal (varios correos, cuentas privadas de Flickr) o “masivo” (cuentas “públicas” de Flickr), lo re resulta especial de esta última parte es que la “audiencia” puede no tener ninguna relación, ni con el fotógrafo(a), ni con el objeto fotografiado. Y por otro lado, a partir de la imagen, se pueden crear relaciones sociales |
Reproducibilidad de la imagen (gracias Tíscar), un negativo con posibilidades infinitas de reproducción, siempre mecánica-óptica-química |
Copias infinitas en un formato de calidad exacta, no hay un “original” y la única cuestión a pensar tiene que ver con anchos de banda y “peso” de las fotografías. |
Un placer
de serie limitada
Después de un comentario por impulso, vuelvo al tema 🙂
Pienso en el autoconsumo, en la relación de uno mismo con sus fotografías (no hablo específicamente de los autorretratos aunque es verdad que la digital y su carácter especular los ha multiplicado). Me refiero sobre todo a cómo nos relacionábamos con la analógica y cómo lo hacemos con la digital, una vez que las hemos realizado.
Me da la sensación de que con la digital, por su facilidad y coste cero, hacemos más y revisitamos menos. Esa absurda confianza en tenerlas almacenadas para “algún día”, como extensión de la memoria, (como los del.icio.us que acumulamos pero no revisamos) nos da la ilusión de tenerlas, de poseerlas, de que existen, pero son estelas difuminadas en el impulso hacia
adelante que te obliga a seguir haciendo y almacenando. A llenar discos duros, DVDs y estanterías. ¿Volverás a contemplarlas? ¿Saldrán algún día del obstracismo digital? ¿Las haces públicas en internet para cruzarte con ellas más fácilmente?
Como esos padres que acaban de tener un bebé y que hacen y hacen fotos, graban y graban CD´s, pero la criatura sigue creciendo y hay que seguir haciendo y haciendo fotos. Que no pare la máquina!
Por ahí va un poco mi “hipótesis”, mientras que con la fotografía digital el objeto fotográfico era una “memoria hecha papel”, con la fotografía digital la práctica es una de presente contínuo (habrá que ver qué sucede cuando pasan los años y cómo se incorpora este asunto). De todas maneras, nosotros porque estamos como obnubilados por la tencología pero muchas personas (mi madre aquí de visita), siguen utilizando la fotografía digital como usaban la analógica (deberías ver la terrible y penosa foto mia que tiene de fondo de pantalla en su móvil).
Por último, ese asunto de los bebés digitales, escribiré un post sobre eso porque el otro día me topé con que una moda era, al mismo tiempo que el registro y/o bautizo, comprar una dirección con el nombre del bebé “por si acaso”.
Amparo (que no sé por qué no dejó contancia de su comentario aquí), sugería pensar, con McLuhan (y sus 4 leyes de los nuevos medios), sobre este asunto y me parece un ejercicio que puede resultar productivo, en cuanto pueda me pondré en ello.
Sobre la dilación del deseo entre el acto de disparar y el encuentro con lo retratado:
“¿qué pasa con la espera poética, la glorificación del deseo, el lapso entre el disparo y la aparición de algo que nos satisface o no? Se aniquila toda esa poética de corte barthiano. Sí, desaparece el cuarto oscuro de los sueños y de los monstruos. La fotografía convencional, analógica, fotoquímica, se inscribe; mientras que la digital, se escribe. La foto digital es más discursiva; la analógica, más testimonial. La foto digital es un medio híbrido, una tierra de nadie”. Joan Fontcuberta: http://www.elpais.com/articulo/paginas/engano/hecho/arte/elppor/20070211elpepspag_1/Tes
Si, el tiempo también es un elemento importante, pero no sólo el tiempo de espera de la fotografía sino el tiempo en que se tarda en tomar una, y el tiempo que se ve, y el tiempo en que se piensa, y el tiempo en que desaparece de la cámara y el tiempo que se toma en archivarla, etiquetarla y difundirla y muchos tiempos más. Gracias por seguir alimentando este blog.
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