Hay un boom de concursos de fotografía. Por todos lados se pueden encontrar convocatorias abiertas: bancos, ayuntamientos, ONG´s, páginas web, hoteles y un sinfín de compañías y organismos están llevando a cabo concursos. Lo interesante de estos concursos es que en casi ninguno piden la clásica “fotografía de tamaño tal montada en un marco de tal material”, sino que ahora es “de tantos píxeles y que no pese más de tanto”, tampoco se da una dirección postal sino un correo electrónico (cada vez más de gmail). La facilidad de la fotografía digital, con sus costos nulos (una vez teniendo la cámara y el ordenador), con la fabulosa técnica de “ensayo y error” en tiempo real, y con la postproducción cada día más elaborada (léase el fotochopazo como dicen por ahí), hace que la organización de dichos concursos sea sencilla y barata y que para participar en ellos tampoco se requiera ser “un profesional”. Por otro lado, el costo se limita casi al premio (porque además los “jueces” en muchos de estos concursos son personas que entran a ver las fotos y las votan, muy a la usanza de los Reality Shows). Por otro lado, en algunos casos, una de las reglas de participación es que las personas pertenezcan a la institución organizadora o que participen activamente en alguna actividad (peregrinación a la virgen, feria de algo, etc.) y, dado que una cámara digital la tiene prácticamente cualquiera (aunque sea en el móvil), y que conste que estoy hablando de Europa, pues también es una forma “social” de conseguir “recursos digitales” (porque la mayoría de fotos ganadoras o se exponen o los utiliza el organismo que convoca para algo). Interesante, este asunto.