En el mecanismo de una cámara reflex (que tiene más piezas que un auto), uno de los elementos básicos e imprescindibles es el espejo. Éste, permite que se vea reflejada la imagen que entra por la lente (de esta manera, cuando se dispara la cámara, el espejo se levanta y la luz que proviene de la lente se registra, bien en la película, o en el sensor). De esta manera, el espejo en una cámara reflex tiene la función de “reflejar” (mediar dirían por ahí) la realidad. ¿Qué sucede con las cámaras digitales? Las que casi todo el mundo tiene (las llamadas point & shoot), carecen de espejo. Lo que se ve en la pantalla es una “reinterpretación digital” de la realidad. Ahora bien, el punto de esta reflexión es el uso del espejo, ya no como parte del mecanismo de la cámara pero sí de la práctica de la fotografía. Es evidente que no hablamos de la misma función del espejo, pero sí de la misma tecnología (la de reflejar la luz) y con el mismo propósito (representar la realidad). Me llama la atención la gran cantidad de personas que se fotografían frente al espejo, esa práctica, cada vez más extendida, me da la impresión de que ha crecido hasta convertirse en una cotidiana, a partir de la emergencia de la tecnología digital. Quizá sea porque tomar una foto no cueste nada (si se tiene la cámara y el ordenador), quizá porque la posibilidad de repetición de la imagen es instantánea, quizá porque “el script” de lo digital esté hecho para tomar muchas fotos (de lo que sea) en lugar de capturar los “momentos claves” de la vida. Por otro lado, el tomarse una foto en un espejo implica que la persona que fotografía es la misma que posa y esa “doble identidad” resulta interesante (al punto de que muchas personas les llaman a estas fotografías “ego-shoots” o simplemente Ego, para muestra, un botón casi aleatorio). Y por otro lado, a diferencia de las auto-fotos en las que se utiliza el autodisparador, en las fotos frente al espejo, la cámara también es protagonista (muchas veces más que la persona), lo que me remite al asunto cyborg de Haraway.
Estoy a punto de irme de vacaciones pero cada vez me convenzo más de que mi tesis será sobre fotografía digital, total, amateur pero también me gustaría pensarme un poco fotógrafo (aunque en la era de Flickr, todo mundo lo es).
Qué intensa reflexión (oh, eso fue una treta de la lengua) sobre la cámara como protagonista. Precisamente la idea sería, como fotógrafo, tomar prestadas imágenes de tu ambiente (en una definición muy somera de la fotografía). Pero si te insertas en estas “ego-shots” a sabiendas del resultado final ¿cómo encarnas el papel de objeto y/o autor?
Y ni pensar que hasta los más grandes lo hicieron. Por ejemplo, Álvarez Bravo jugó con estas tomas. ¿O será que también podemos adjudicar esta práctica a un simple juego de fascinación? Como cuando pequeños tratamos de probar todo, sin importar si el sabor es desagradable.
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